Publicado en La Estrella de Panamá Türkiye Vida y cultura

EL TREN DE EUROPA

Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 5 de marzo de 2021.

Portada del libro de Mauricio Wiesenthal

Los trenes siempre nos producen un recuerdo místico, una remembranza de algo que se fue, y los actuales, la forma más eficiente y tranquila de llegar de un lugar a otro.  Desde Tolstoi hasta Dickens, Agatha Christie y más recientemente Mauricio Wiesenthal, evocan los lujos, la elegancia y la enigmática cruzada que se hacía en los trenes.  En canciones, Fito Paéz y Andrés Calamaro, entre otros han inmortalizado los trenes, especialmente la famosa “Penélope” de Joan Manuel Serrat.

     No podemos olvidar el tren en que viajó Lenin en 1917, un vagón sellado que salió de Zúrich, donde residía, y que atravesó Alemania en plena guerra mundial, para tomar el mando de la revolución bolchevique.  Tampoco los nefastos ferrocarriles que llevaban vagones enteros con prisioneros judíos, gitanos y cuanto se les antojara a los nazis a los campos de concentración para ser exterminados.

     El Orient Express fue un servicio que se estableció en 1883 entre París y Estambul, pero sufrió muchas alteraciones por los dos conflictos mundiales que se fueron sucediendo en el siglo 19 y terminó por dejar de prestar el servicio en 2009.  Era uno de los trenes más lujosos del mundo, y sus pasajeros eran millonarios, estrellas de cine, miembros de la realeza y la aristocracia europea, espías y algunos oportunistas buscando a quién pescar.

     Su fundador fue Georges Nagelmackers, que estableció la Compagnie Internationale des Wagons-Lits en 1872, la primera en Europa que ofrecía a sus pasajeros coche-camas y vagones con restaurantes, lo que ya había hecho George Pullman en los Estados Unidos.  Salió por primera vez de la Gare De l’Este en París y terminaba su recorrido en la estación de Giurgiu, Rumania, habiendo pasado por Estrasburgo, Múnich, Viena, Budapest y Bucarest.  Desde Giurgiu, los pasajeros eran transportados a través del majestuoso río Danubio hasta la ciudad de Ruse, en Bulgaria, de allí hasta Varna y finalmente llegaban a Estambul a la estación Sirkeci.

Antigua Estación Sirkeci, en Estambul

La finalización de los trabajos de construcción fue en 1889 hasta Estambul.  Se brindaba el servicio diario desde Paris hasta Budapest y tres veces a la semana hasta Estambul, que pasaba por Belgrado y Sofía.  Debido a que pasaba desde Constanza, en el Mar Negro, por Bucarest, en 1891 se le cambió el nombre a Orient Express.

     Ese tren llegó a tener fama por la famosa novela de Agatha Christie, publicada por vez primera en 1934, “Asesinato en el Orient Express”, que ha sido llevada al cine por varios productores, y donde interviene su legendario detective Hércules Poirot, en un deslave de nieve que ocurre cuando parten de Estambul y quedan varados, con más de 10 personas que todas tienen algo contra el personaje asesinado.

Fotografía de Agatha Christie en su habitación, en el hotel Pera Palace

     Antes de esa época, cuando estaba aconteciendo la I Guerra Mundial, se interrumpió en 1914 el servicio, retomándose en 1918 y al año siguiente se inauguró el túnel Simplon, que unía Suiza con Italia, que pasaba por Lausana, Milán, Venecia, Trieste y Zagreb, uniéndose a la ruta original en Belgrado. Se evitaba pasar por Alemania, por la desconfianza que generaban los nazis.

     En la década de los 30’s el Orient Express tuvo su auge máximo con tres servicios: el original, el Simplon Orient Express y el Arlberg Orient Express, cuya trayectoria era desde París a Budapest, pasando por Zúrich e Innsbruck.  Londres tuvo acceso al Simplon, y así los pasajeros salían en el British Southern Railway desde la mítica estación Victoria hasta la estación de la Gare de Lyon, en París, donde se acoplaban sus vagones al Simplon.  Fue una época de lujo y esplendor, durante la cual el servicio adquirió su fama de tren de primera clase.  Desde 1930 se escogían los mejores muebles del mundo, la cubertería y la vajilla de más relieve a nivel mundial.  Posteriormente se han subastado muchos de sus muebles y elementos emblemáticos, como lo relata con una elegancia y destreza deliciosa Mauricio Wiesenthal en su libro, publicado el año pasado.

            El segundo conflicto mundial volvió a interrumpir sus servicios, que se cerró a los países aliados y volvió a abrirse en 1951, con el agravante de que las fronteras con los países de la órbita soviética ponían impedimentos, y así Bulgaria y Turquía no se podían comunicar.  En el año de 1960 la ruta Simplon fue retirada hasta Calais, sustituyéndose por la Golden Arrow, que no tenía nada que ver con la cadena del Orient Express.

            En 1962 se alteró la ruta original del Orient Express y quedó solamente la que cubría el Simplon Orient Express que fue sustituido ese mismo año por el Direct Orient Expres, que ofrecía salidas diarias desde Belgrado hasta Estambul y Atenas, dos veces por semana.  Los años siguientes, en 1971 y en 1977 vieron la decadencia de la ruta hasta Estambul.  Queda para la memorabilia de los amantes de la historia el pequeño museo en la estación de Sirkeci en Estambul, donde se recrea un vagón, una cabina de restaurante, la vajilla y los letreros que dan cuenta del lujo y el “bon vivant” que se disfrutaba en esos trenes, donde los protagonistas fueron la realeza y la aristocracia europea, además de algunos turcos que hicieron historia por la forma en que viajaron.  Desde 1996 la Compagnie Internationale des Wagons-Lits et du Tourisme, parte del grupo ACCOR, ha creado una filial encargada de gestionar las marcas, archivos históricos y todos los derechos derivados de la propiedad intelectual del Orient Express.  En 2009 el Orient Express realizó su último viaje y se adujo que su retirada se debía al auge de los trenes rápidos y vuelos baratos.

Sala del museo del Orient Express en la estación Sirkeci

EL ORIENT EXPRESS EN LA FICCION

     La más famosa de las referencias se la debemos a “Asesinato en el Orient Express”, novela policiaca de Agatha Christie, en la cual la trama nos lleva a resolver un crimen cometido a bordo del Simplon Orient Express por su detective Hercules Poirot.  Graham Greene, el famoso escritor inglés, también se ocupó del mítico tren en su novela “El Expreso de Oriente”.

     Ian Fleming lo cita en su película “From Rusia with Love”, así como en el filme “La vuelta al mundo en ochenta días” entre otros.

Detalle de la memorabilia del Expreso de Oriente

     Coco Chanel, que es mencionada innumerables veces en el fabuloso libro de Mauricio Wiesenthal, hizo un spot publicitario para su perfume Chanel No. 5 en el Orient Express.  En “Ana Karenina”, la primera novela romántica de León Tolstoi, publicada en 1871, la protagonista se tira a los rieles de un tren en marcha por un desenlace amoroso, historia que ha sido llevada varias veces al cine.

     Benito Pérez Galdós, cuyo centenario de su muerte se celebró el año pasado, relató muchas escenas de trenes en sus obras y el nombre de ellas fue colocado en las estaciones del Metro de Madrid en homenaje a su memoria, como el de “Fortunata y Jacinta” en la estación de Ríos Rosas.

     Los trenes han sido motor de desarrollo.  En Panamá se construyó el ferrocarril en 1855 para unir, por medios terrestres, el Atlántico con el Pacífico por cuenta de la fiebre del oro que se desató en California y esa odisea no solo da cuenta el magnífico libro de Juan David Morgan, “El caballo de oro”, sino la novela de Isabel Allende “Hija de la fortuna” y muchos otros más.  Simón Bolívar, antes de morir, ya había tenido la visión de que Panamá debía ser “puente del mundo, corazón del universo” y unir los dos océanos por medio de una ruta transístmica, que evitaba que se tuviera que ir desde la costa este a la oeste de los Estados Unidos a través de carretas de mulas u otros medios de locomoción, o en barco por el estrecho de Magallanes, al sur de América del Sur.

     El ferrocarril de Panamá sigue hoy día siendo una ruta de mucho auge entre Panamá y Colón, donde lleva en la mañana y trae en la tarde pasajeros, en vagones cómodos, con vitrales y marquetería casi tan elegante como la del Orient Express, y el resto del día lleva y trae contenedores, creando así un canal seco, tan imprescindible para el transito marítimo.

     Agatha Christie escribió su novela “Asesinato en el Orient Express” en la habitación 411 del Pera Palace Hotel de Estambul. Allí se guarda su habitación, su máquina de escribir y sus manuscritos con estricto celo y se me permitió visitarla recientemente.  Un tren de sueños y de pesadillas, donde nada es lo que parece y todo se parece a la realidad.  Los trenes son misteriosos por eso es tan interesante viajar en ellos.