EL VENTILADOR ESTÁ ENCENDIDO
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 18 de junio de 2017
Hay un refrán en inglés que reza “when the shit hits the fan”, que textualmente se refiere a que la basura –por decir una palabra menos dura- al ser impactada por un ventilador, causa que ésta se riegue por todos lados, pringando a todo el mundo o por lo menos, involucrando a muchos en el problema que significa esa “basura” que se está regando.
Y ese dicho es el que ha usado uno de los abogados de la defensa de Ricardo Martinelli, –seguramente sin saber que el más pringado será su cliente–, al que de manera sorpresiva lo agarraron preso el lunes en la noche, en una operación coordinada por la institución encargada de la ejecución de las órdenes de las cortes federales (US Marshals) quienes aparentemente temían que el prófugo de la justicia panameña se escapara, según versiones de los medios internacionales. Al mismo tiempo que esto ocurría, el Presidente Varela anunciaba en cadena nacional mediante una anunciada conferencia de prensa, que se rompían relaciones diplomáticas con la República de Taiwán y se establecían con la República Popular China. Todos esperábamos que en esa aparición pública se abordaría el tema del polémico decreto que en forma de galimatías trata de actualizar los valores catastrales para que paguemos más impuestos sobre nuestras viviendas y que de forma inédita, para una población acostumbrada a manifestarse solamente entre lunes y viernes, y en horas laborables, puso a un puñado de personas un sábado lluvioso a protestar frente al edificio donde vive el mandatario.
Pero pensemos despacio para andar de prisa. La situación tensa que vive la ciudadanía estaba fundamentada en la inconformidad que tenemos todos ante la urgencia de imponer nuevos impuestos a las viviendas, lo que se ha querido hacer desde el quinquenio Martinelli-Varela. Me recordaba un amigo entendido en estas lides que Federico Engels anticipó entre 1863 y 1876 que la vivienda es el mejor fermento revolucionario de la explosión popular, por lo que estos amateurs de políticos no saben el campo minado en que se están metiendo. La salida más fácil que encontraron fue “suspender” en vez de derogar el decreto, como debieron hacerlo, así que seguimos expuestos y en medio de la confusión, como por arte de birlibirloque, sale el presidente a decir lo de las relaciones con China.
Yo aplaudo en forma cerrada esta decisión diplomática, valiente sin lugar a dudas, independientemente de qué haya detrás (han surgido tantas conjeturas que uno tiene que guiarse por su intuición más que por lo que dicen en las redes) porque he pertenecido a la Asociación de Amistad con China desde hace muchos años y entendido y comprendido la incongruencia de tener relaciones con una provincia rebelde en vez de con el verdadero centro de gobierno de esa extensa nación. Es como si en vez de tener relaciones con Panamá, un país las quiera tener con la isla de Taboga, como una vez dijo en una recepción el recordado representante comercial de China, Li Yong Lu. Pero ese tema no es comprensible ni de interés para la mayoría de los panameños, que no saben la diferencia entre una y la otra China, y las implicaciones de las relaciones entre ellas y con ellas. El que más cerca estuvo de dar ese paso –después del establecimiento en Panamá de una oficina comercial de China, con rango diplomático en 1995–, fue el gobierno de Martín Torrijos. Todos los demás se plegaron a la “diplomacia de chequera” de la isla de Formosa. Recordemos el fallido Museo del Tucán y otras inconclusas y cuestionadas obras.
Sigo sin estar segura de que el gobierno nacional sabía lo que se planeaba hacer con el ex presidente. Sé de muy buenas fuentes que desde que ese rufián se fue a Miami en enero de 2015 había pedido asilo político, por eso no salía de las fronteras gringas. Pero hacerlo en este momento, una semana antes de la visita que hará el presidente Varela a Trump el lunes 19 de junio parece sospechoso y genera suspicacia, en medio de la angustia de saber más sobre los sobornos de Odebrecht. Tiendo a pensar que al que más le interesa que Martinelli no incline el ventilador hacia los 26 meses que pasaron juntos cogobernando es al mismo Varela. Pero Ricardito no puede hacerlo, está atado de manos y pies, junto a presos comunes, cumpliendo su sueño de ver a un ex presidente preso con grilletes (y le tocó a él).