ENTRETENIMIENTO POLÍTICO
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 18 de noviembre de 2018
Así definió el sociólogo Danilo Toro lo que estamos viendo y viviendo. A cinco meses de las elecciones generales del año 2019 no hay propuestas, ni planes, solamente la sacadera de trapos que es común en nuestros patios limosos.
Y es que lo que va a encontrar el próximo gobierno es grave, en todo sentido. El legado de Varela es doloroso, catastrófico y se puede resumir en lo siguiente y me quedo corta:
Una dispensa fiscal de 300 millones porque el presupuesto no le alcanzó. El cierre de muchas empresas, que arrojaron a las filas de desempleados a miles de panameños. En todo el país ha ocurrido este fenómeno, incluso de empresas centenarias e icónicas. La ciudad nunca se ha visto tan llena de avisos de Se vende y Se alquila.
El paro del Sindicato Único de Trabajadores (SUNTRACS) afectó a la economía por mil millones y ha encarecido y postergado la entrega de obras de infraestructura. Pero han agarrado este hecho como la culpa de todos los males.
Varios bancos se vieron afectados por nuevas normativas y los escándalos de los #PanamaPapers, además de la indiferencia y hasta negligencia del gobierno para enfrentar las acusaciones que se le hicieron al Grupo Waked, forzándolo a despedir miles de trabajadores y despojándoles de todas sus fuentes de negocios.
Los corredores, que en teoría iban a ser nuestros, se han vuelto a empeñar por 30 años, a fin de conseguir más dinero. Pero dinero para qué si las obras no se ven. Como no hay visión de país, se va a tientas en lo que se hace.
El gasto público supera en 60% al del gobierno anterior pero no se refleja en mejor calidad de vida ni mejora en las infraestructuras. Las calles y carreteras están en el peor estado que nunca nadie se imaginó y son una amenaza para los autos que por ella circulan. Si hay una instancia de gobierno que ha sido deplorable es el Ministerio de Obras Públicas.
Se han publicitado como la gran cosa programas fallidos, como el de Panamá Bilingüe, quedando Panamá entre los países con peor manejo de ese idioma. La devastación de las riberas del Canal de Panamá y permisividad del Ministerio de Ambiente, en abierta complicidad con desarrolladores es rampante.
Han sido un fracaso total las campañas de turismo, con el resultado de una desocupación hotelera galopante y una baja en el consumo en restaurantes y sitios de recreo.
La delincuencia común y la organizada está fuera de control y sin esperanzas de que se componga. Las obras de hospitales están paralizadas. El Hospital del Niño está a la espera de la orden de proceder desde el año 2012 para construir un muy necesitado edificio nuevo en el terreno que antes ocupó la embajada de Estados Unidos en la Avenida Balboa.
La mentada Cadena de Frío, la Ciudad Hospitalaria (ahora llamada de la Salud) y otros proyectos no terminan de despegar. La Caja de Seguro Social ha estado en el ojo de la tormenta todos estos años y sus directores han llevado a cabo una gestión irresponsable. El Instituto de Acueductos y Alcantarillados sigue en estado catatónico y los problemas de distribución y gestión del agua siguen sin resolverse.
El cacareado control de precios no ha tenido impacto en la economía familiar y cada día es más caro tener una despensa relativamente surtida en los hogares.
Panamá es hoy día uno de los países más caros de América Latina, el séptimo más desigual del mundo y el cuarto más corrupto en el continente.
Las promesas de campaña como la renovación de Colón y el caprichoso remozamiento de la calle Uruguay y del área del Cangrejo solamente sirvieron de plataforma electoral para aspirantes a candidatos a presidente. La responsabilidad de lo mal diseñados y, sobre todo, lo mal ejecutados de estos proyectos no es solo del contratista, recae en quien lo contrata porque debe supervisar que se hagan bien.
La oficina de comunicación del estado y las campañas de publicidad que han llevado a cabo parecen diseñadas por un acérrimo enemigo de la gestión Varela. No pegan una y ese estribillo de “Todo es por ti” es ofensivo porque los eligieron para que trabajaran por Panamá, así que no hay nada de qué agradecerles.
Los nombramientos de miembros de la Junta Directiva del Canal y de magistrados de la Corte Suprema de Justicia duermen el sueño eterno de las tortugas.
Se va a necesitar de mucha entereza, coraje y mano dura para echar adelante el país y el consenso de las mejores mentes y la disposición de los empresarios a no seguir facturando solamente para ellos sino para el resto de la población.
Pasemos de la etapa de entretenimiento a la de la planificación. Ya estamos tarde.