MARIELA SAGEL
El Siglo, 12 de Noviembre de 2012
Lo que pasa todos los días en Panamá, generalmente, parece que fueran tiros al aire. Un día sale un político despotricando contra otro, dos ministros peleando en los medios televisivos o se alza la población de Colón contra una ley. Y al día siguiente nadie habla de eso y después de una semana todos se olvidan de lo que pasó.
La preocupación de un tema como el de la seguridad y del aumento del salario a los comisionados de la Policía un día arma un revuelo, y al día siguiente se voltea la página para hablar de otra cosa. No se le da continuidad a nada y no se llega ‘hasta las últimas consecuencias’, como nos gusta decir.
Un psicólogo me definió esa falta de consistencia y de seguimiento como cadencia o falta de ella. Y es que el término tiene, entre sus muchos significados y aplicaciones, el de ser un ‘ritmo o modo regular de repetirse u ocurrir una cosa’. La hay respiratoria, musical, verbal, pero la ausencia de ella nos provoca que nada llega a entenderse ni se sepa en qué termina un problema o una situación.
Hace una semana escribí sobre ‘la real malicia’, que se utiliza para definir una doctrina que se aplica en los casos de calumnia e injuria cuando estos son llevados a los medios de comunicación en contra de personalidades públicas o funcionarios gubernamentales. Tiene su origen en un acontecimiento que se dio en 1964 en Estados Unidos, en pleno movimiento segregacionista, cuando el comisionado de la Policía, Sullivan, se sintió agraviado por una noticia publicada en el New York Times que era, a todas luces, racista. Lo traje a colación por una charla que dio el periodista estadounidense John Dinges en relación con la responsabilidad que tienen las unidades de investigación de los medios sobre las fuentes de información y cómo las utilizan. Recordemos que aquí un periódico no solo rebuscó en archivos bancarios, sino que hasta sembró falsos y compró testigos para crearle un caso a, por lo menos, dos altos personajes de la política nacional. Como al final siempre se sabe la verdad, el instrumento de esa aventura ‘investigativa’ le salió respondón al patrón, y se fue con todo su bagaje negativo y diabólico a dirigir un medio que hoy es propiedad del presidente.
La urgencia de comentar otros temas en un país que pareciera que no para de armar escándalos no me deja darle seguimiento a lo importante.