Historia, materia urgente
Domingo, 24 de agosto de 2014 – La Estrella de Panamá.
«Hace falta que profundicemos en el debate de nuestra nacionalidad y no lo hagamos solo este año, durante el cual coinciden tantas conmemoraciones»
Hoy, domingo 24 de agosto, es el último día de la X Feria Internacional del Libro de Panamá, que tuvo como invitado a México, un país que es rico en tradiciones culturales, prolífico en escritores apasionados y sobre todo, muy respetuoso de su historia. Atlapa fue el escenario para que autores como Juan Villoro, Jorge Volpi, Rosa Beltrán, Francisco Martín Moreno y Jorge Zepeda dieran a conocer sus más recientes libros, así como lo hicieron JJ Benítez y Juan Bonilla, de España, Sergio Vilela del Perú, y de otros países como Uruguay, Colombia, etcétera.
Los panameños no se quedaron atrás y participaron activamente en esta fiesta cultural, que cada año convoca a más personas a sus predios. Llama poderosamente la atención que los temas históricos fueron los más atrayentes de la vasta oferta cultural de la feria, y libros como el auspiciado por la Autoridad del Canal, 500 años de la cuenca del Pacífico, del Dr. Omar Jaén Suárez, Panamá, historia contemporánea: 1808-2013, proyecto financiado por la Fundación Mapfre y dirigida y coordinada por el historiador Alfredo Castillero Calvo y enriquecida por el aporte de valiosos historiadores, y La leyenda negra: engaño y ficción, de Julio Linares Franco, no dejan que se nos pase la euforia de nacionalismo que este año se inició con la conmemoración de los 50 años de la gesta del 9 de Enero. Por mucho que hayan tratado durante cinco años de borrar el pasado que nos definió como nación, que labró el país que hoy tenemos, con sus virtudes y sus defectos —al eliminar la instrucción de la historia de la relación de Estados Unidos con Panamá, los autores de la nacionalidad, las materias humanistas— surge esta pléyade de documentos escritos y de referencia que impiden que nos olvidemos de nuestra historia.
Desde inicios de enero venimos recreando sucesos que nos han marcado, y al joven o niño que, al menos, no se le haya despertado la curiosidad por saber qué pasó ese día —el 9 de Enero de 1964— es porque está metido en videojuegos o en su casa o escuela no le están enseñando a ser panameño. Todo el año, tanto la Autoridad del Canal como los medios de comunicación y diferentes empresas, nos han ido induciendo el tema de cómo se construyó el Canal hace más de 100 años y se inauguró el 14 de agosto de 1914. Es meritorio que al tiempo que hemos visto sendas investigaciones como la que condujo Atenógenes Rodríguez en Telemetro, que rescató historias como la construcción del ferrocarril en 1850 y la vida que llevan en nuestro país los ‘zonians’ (los habitantes de la extinta Zona del Canal de Panamá, muchos de los cuales se han quedado a disfrutar de este caluroso clima) como complemento a las vicisitudes que pasaron, primero los franceses y después los estadounidenses, hayan hecho lo propio empresas como History Channel con su producción Panamá, el país que unió al mundo y cineastas locales que han apostado por Historias del Canal, una dramatización en cinco capítulos de la vía interoceánica.
El teatro tampoco ha estado alejado de esta efervescencia y se ha vuelto a montar la obra El Veredicto, que pretende juzgar el papel que jugó el francés Bunau Varilla en la separación de Panamá de Colombia y todos esperamos con ansia el resultado de las votaciones que se han estado dando a diario en el Teatro en Círculo para declararlo culpable o inocente de haber vendido el país a los gringos. Esa es la leyenda negra nuestra, que favorece la teoría de la invención de nuestro país por intervención directa y total de los Estados Unidos.
Hace falta que profundicemos en el debate de nuestra nacionalidad y no lo hagamos solo este año, durante el cual coinciden tantas conmemoraciones.