Faltando apenas un mes para que se cumpla el primer año, la impaciencia crece
El pasado 1 de julio, un nuevo gobierno asumió el poder, con los ojos puestos en la transparencia y honestidad que imprimirían al mandato de la constitución y para lo que apenas un tercio de la población que votó le dio su beneplácito. La impaciencia del panameño es conocida y, como si para el 2 de julio ya veríamos una rebaja en la canasta básica, en el combustible y la tarifa eléctrica, de la misma forma, nos da por exigir la velocidad del cohete en la implementación de los proyectos prometidos, sin reparar en que los entuertos hay que arreglarlos y que lo que nos dejó el gobierno de los locos fue una maraña de éstos.
Faltando apenas un mes para que se cumpla el primer año, la impaciencia crece. Hay sectores puntuales donde no se ha visto mejoría, como es la crisis hospitalaria, la mora en las operaciones de la Caja de Seguro Social, la reparación y equipamiento de las escuelas y la aceleración de los procesos para llevar a juicio a más del 65% de presos que aún aguardan, no en cómodas celdas de la DIJ ni en habitaciones de la Policía, como están muchos de los que desfalcaron al país, sino en miserables cárceles en condiciones infrahumanas.
En el campo cultural no se ha visto nada, la gestión anterior metió las patas y otras extremidades en aberraciones como la Cinta Costera y la Ciudad de las Artes, pero esta no solo tiene enquistados a los que más daño hacen a la institución, sino que está paralizada.
En obras públicas se ha tenido que llegar a hacer un segmento especial en un canal de televisión llamado el ‘hueco tuitero’ para que reparen los huecos de la ciudad, que son la consecuencia de un asfalto de mala calidad que vendió el ministro anterior, quien debe muchas explicaciones sobre todas las obras y preso en la Joya debería estar.
Veremos hasta cuándo nos llega la paciencia, que no es eterna.