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LA RECTA FINAL

Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 18 de diciembre de 2016

Este año, que afortunadamente pronto termina, –aunque no sé si el próximo será mejor–, ha sido “horribilis”, como dijo la Reina Isabel II del año 1992 en que la familia real enfrentó toda clase de contratiempos en su vida personal y sentimental, el Castillo de Windsor sufrió un incendio y los contribuyentes ingleses le retiraron el cheque en blanco del que ha disfrutado la monarquía.  En la celebración del cuadragésimo aniversario de asumir al trono, pidió a la prensa “dulzura y comprensión”.

Si en el mundo ha llovido, en Panamá no ha escampado.  Cosas buenas y malas han pasado, pero estamos golpeados por las malas, que eclipsan las buenas.  Celebramos la inauguración de la ampliación del Canal de Panamá, aunque aún no se han aclarado todavía los litigios que hay pendientes con los contratistas, y siguen las malas ejecuciones de los órganos del estado, el ejecutivo contradictorio e ineficiente, el legislativo chantajista y vago y el judicial inmerso en una lucha interna de poderes que no hace avanzar a la justicia.

El fin de semana pasado apareció publicado un muy bien sustentado reportaje en el Miami Herald, en el que trabajaron por meses el Stabile Center for Investigative Journalism de Columbia University en colaboración con ProPública.  El Centro Stabile Brinda entrenamiento al periodismo investigativo y ProPublica es una organización independiente, con sede en Manhattan, New York, que estudia temas de interés público.  Se enfoca en historias importantes, sobre todo que tenga un impacto moral en las sociedades.  Los resultados son reportajes que destacan los errores que cometen los poderosos en detrimento de sus países y la explotación que se hace de los más vulnerables.

El tema del reportaje fue los personajes políticos latinoamericanos que, sospechosos o señalados de cometer actos de corrupción en sus países, han buscado refugio en Estados Unidos y, lo que es peor, ese país se los ha brindado y los protege.  Encabeza la lista y destaca lo amplio de la investigación el caso de Ricardo Martinelli, que voló en su avión privado hacia Miami, Florida, unos días después de que la Corte Suprema abrió la primera de más de una docena de casos en su contra, que tienen que ver con el robo, malversación, desafuero y abierta corrupción que caracterizó a su gobierno.  Desde entonces, –eso fue en enero del 2015– el ex presidente vive lujosamente en ese estado del sur del país norteño, va y viene a sus anchas en su avión, pero no sale de territorio estadounidense porque, deducimos, ha entregado su pasaporte para que le brinden asilo.  Y lo peor del asunto es que lo tienen allí, protegido contra viento y marea.

Mientras tanto, siguen las amenazas de los Estados Unidos contra la soberanía de Panamá, permitiendo aplicar medidas administrativas que están a punto de cerrar el diario más antiguo del país y el tabloide de mayor circulación.  Es una doble moral de ese país, proteger a un fugitivo de la justicia panameña y abrogarse el derecho a decidir qué periódicos pueden seguir publicándose.  Y es también doble moral de este gobierno, que fue parte del de Martinelli, no hacer nada, no defender los intereses panameños, sobre todo cuando ha sido demostrado que no hay cargos contra los dueños del grupo editorial, ya la fiscalía dictaminó que archivaran el caso y gremios, partidos políticos, instituciones y la mayoría de los comunicadores del país han mostrado su respaldo a La Estrella y el Siglo.

El periodismo investigativo certero y respetable está en peligro.  Por un lado la demonización que se ha hecho de él por haber ventilado a nivel mundial un caso como los Mossack-Fonseca Papers (mal llamados Panama Papers) y por el otro, los medios han llegado a verlo como un lujo, no les asignan recursos, y se basan en la inmediatez para hacer un periodismo de feria libre o de corregiduría.  La Estrella, especialmente, estaba haciendo una labor extraordinaria, que le fue reconocida con sendos premios, hasta que cayó en esa aberrante Lista Clinton.  Lo que ha hecho estos últimos meses ha sido sobrevivir con los pocos recursos que le ha dejado la fuga de publicidad, la falta de acceso a insumos y la reducción de personal.  Si permitimos que la cierren, se apagará una estrella en el firmamento que alumbra la democracia y sobre todo, la independencia del país.

Artículo del Miami Herald: http://www.miamiherald.com/news/local/community/miami-dade/article119785488.html#storylink=cpy