Las estadísticas ante el crimen
MARIELA SAGEL
La Estrella de Panamá, 15 de enero de 2012
Observamos con mucha alarma que la seguridad ciudadana ha tomado un rumbo distorsionado y mientras siga ese sendero, se mantendrán las incongruencias y la duplicación de datos que van a determinar la toma de decisiones para el destino tanto de los que aquí vivimos como de los que nos visitan. Cuando menciono duplicación me refiero a las estadísticas que manejan los estamentos de seguridad y las que lleva paralelamente el Diario El Siglo, que, en la mayoría de los casos, son más respetadas por los ciudadanos como por los medios de comunicación y se cae entonces en un cinismo hacia las cifras oficiales. Visto así, no creo que veamos resultados a corto plazo.
Hemos presenciado que al enfrentar un problema como el de la seguridad, el raciocinio político es llevado, de la mano del Ministerio de Seguridad, a la mesa de trabajo para diseñar leyes, procedimientos y tácticas. Sus resultados son soluciones sin efectividad, con el solo propósito de agravar una sanción y definir cuánto más debe penalizarse a un individuo, resultando con ello un modelo coercitivo, lo que a la larga produce más diferencias sociales, más maleantes y más delito.
Esto nos lleva a mirar también hacia el sistema penitenciario, que tiene fallas por carecer de una política científica que lo oriente. No se debe pretender alcanzar una solución sobre la base de ampliar la capacidad de las cárceles panameñas, sino en determinar y establecer como un objetivo nacional el porcentaje máximo tolerable de detenidos que un país de 3.5 millones de habitantes debe tener e imponer nuestros propios criterios en cuanto a los detenidos extranjeros, porque estamos llevando una carga muy grande y costosa de presos de otros países.
Cuando una nación como Panamá enfrenta un crecimiento delictual del orden del 40% en los últimos 5 años, no puede pregonar con orgullo que en el año 2011 se reportaron 17 homicidios menos. Esto demuestra que solamente se enfocan en alimentarse con una paca de heno bien hecha, en un hipódromo de lujo.
De la misma forma, cuando un Estado pierde a un conciudadano, la respuesta no se busca en una misión, en una ley ni en un procedimiento. La respuesta se debe buscar evaluando los valores que unen al pueblo. ¿Cuánto vale una vida para el Ministerio de Seguridad? La vida de nuestros padres, abuelos, hijos, familiares, compañeros de trabajos, vecinos, no valen un porcentaje.
Lo que debemos es definir —como nación— cuál es el nivel de crimen que podemos tolerar, no el nivel porcentual que permita excusas para enrumbar al país a militarizarse a punta de fragatas, helicópteros de combate y radares, con los cuales no van a resolver la seguridad ni en las calles ni en las barriadas, porque el diseño parte de una base errada: el valor real de la vida humana.
El Ministerio de Seguridad se ha convertido en un ente experto, pero en misterios. Allí se confunde la mejora institucional de la Policía Nacional con la mejora en la seguridad. Quisiera recordarles que invertir permite evaluar el rendimiento. Veamos al final de este período, qué se logró versus cuánto se gastó. Puedo pronosticar que, al final, emergerán dos grandes problemas: un problema que nunca resolvieron y un dinero que nunca más podremos recuperar. Todo lo que han hecho es un crimen contra la estadística, lo que impide tener la radiografía real de la situación social panameña.