LLAMADME ALEJANDRA
Por Mariela Sagel, Cultura, La Estrella de Panamá, 17 de agosto de 2017
Como parte de la delegación española a la XIII Feria Internacional del Libro, y también como jurado del premio Sagitario de novela corta, que se entregó durante la celebración de la FIL, nos visitó la joven escritora Espido Freire, cuyo nombre legal es María Laura Espido Freire. Vino con su novela “Llamadme Alejandra”, que salió a la venta en abril de 2017, editada por el sello Planeta y que había ganado en marzo el Premio Azorín, en su versión No.50. Este premio se realiza en conjunto entre el sello editorial y la Diputación de Alicante, y consiste en un monto considerable de dinero más la edición. Se dijo entonces que Freire reivindicaba a los Romanov con esa novela, pero a mi juicio va más allá, nos muestra una zarina Alix, narrada en primera persona, con todos sus sedosos matices y el fin de esa familia en manos de sus ejecutores, incluyendo el informe Yurovski, emitido en febrero de 1934.
La familia Romanov, la última familia imperial de Rusia, fue ejecutada por los bolcheviques de los Urales en la comunidad de Ekaterimburgo, en julio de 1918, bajo el mando de Yákov Yurovski. El Zar Nicolás II, su esposa Alejandra, sus cuatro hijas Olga, Tatiana, María y Anastasia y su hijo Aleksei fueron trasladados de un lado a otro una vez que la revolución de octubre triunfó. Pero este libro revela la intimidad de la zarina, nacida en Alemania y nieta de la reina Victoria de Inglaterra, y ofrece una mirada introspectiva a la profundidad de sus pensamientos y novela las confesiones que les hace a sus hijas al final de sus días.
TAMBIÉN LLAMADA ALIX
Alejandra de Hesse era hija de Alice, a su vez hija de la reina de Inglaterra, y Luis IV de Hesse. Su hermana Elizabeth también se casó con un ruso, el Gran Duque Sergio. La novela relata el enamoramiento de los jóvenes Nikki y Alix desde que se conocieron y el rechazo de la familia del Zar a que el heredero al trono se casara con una alemana. Algunos piensan que fue mal augurio que los novios contrajeran matrimonio inmediatamente después de la muerte del Zar Alejandro II y en su funeral la futura zarina iba detrás de su futuro marido. La suegra, la zarina María, de origen danés, no era una perita en dulce, bastante sangrona con su nuera (era su madrina y había estado prometida con el hermano del zar, que falleció prematuramente) y la corte se burlaba de ella porque le faltaba refinamiento. Con todo y eso, se convirtió a la iglesia ortodoxa rusa, alejándose de la religión luterana.
La obsesión de la pareja por darle un heredero varón al trono imperial llevó a la zarina a ver brujos y chamanes. Al fin nació Aleksei, después de las cuatro duquesas, pero el niño estaba severamente enfermo, especialmente por la hemofilia, lo que lo hacía tener muchas crisis.
De Alejandra se ha dicho que seguía al pie de la letra lo que le dijera Grigori Rasputín, pero éste no aparece en escena sino más allá de la mitad del libro y en ocasión de una hemorragia que no se le podía controlar al zarévich. Alix le profesaba gran fé y respeto y no faltó quien la difamara en todos los planos por la cercanía al místico que usaba la hipnosis para sanar. Sin embargo, más era la preocupación de Alix por sus hijas, que adoraba, por su marido, que idolatraba y por su “nene”, que le nació tan frágil que esa leyenda negra está bien ubicada en esta magnífica novela.
De igual forma, relata la tensa relación que existía en torno el descendiente al trono imperial ya que, como el zarévich estaba enfermo y era menor, le tocaba asumir a Miguel, el hermano de Nicolás, que tuvo una vida disoluta. Una vez Nicolás fue obligado a abdicar, Miguel se convirtió en zar, pero solamente lo fue por un día.
LA AUTORA
Espido Freire ganó el premio Planeta cuando tenía 25 años, con la novela “Melocotones helados”, convirtiéndose en la más joven en alzarse con ese valioso galardón. Estudió derecho y también música, llegando a hacer giras con el tenor José Carreras, pero luego se entregó a la literatura estudiando Filología en la Universidad de Deusto, de su Bilbao natal. Ha publicado más de diez novelas, relatos, cuentos, literatura infantil, trabajos ensayísticos, poesía y traducido del inglés algunas publicaciones.
Es considerada una de las voces más interesantes de la literatura española y además de presentar su libro y participar de la entrega del Premio Sagitario, del cual fue jurado, participará el sábado 19 en la mesa de la actividad “Panamá Negro” que organiza por segundo año consecutivo la Embajada de España con el tema “Erotismo en la novela negra”.
Sobre la familia Romanov han corrido ríos de tinta y el tema no se agota. Hace unos años Carmen Posadas publicó “El testigo invisible” que hacía referencia a un pinche de cocina que le tocó, como deshollinador de chimeneas estar presente en la ejecución de la familia imperial. En este libro, la autora se refiere a él como que lo habían despedido (con su nombre, Sednev) lo que calza muy bien con los dos relatos, muy bien hilvanados, investigados y sustentados. Espido hace también unos guiños a frases muy particulares que convierten la lectura de su novela en una aventura fascinante. Todo depende del ángulo desde donde se aborde y cuál es el personaje que se estudie y viene muy bien este año, que se cumplen los 100 años de la Revolución de Octubre.