LO QUE NO OCURRÍA ANTES
Por Mariela Sagel, El Siglo, 30 de julio de 2018
En el barrio donde vivo, El Cangrejo, que fue construido hace 50 años buscando respetar la topografía del lugar, por eso sus calles son sinuosas y bordean las lomas, han ocurrido varias inundaciones que nos han dejado secuelas terribles a todos. Esto ha sido consecuencia de la innecesaria “remozada” que le ha querido dar el alcalde y tiene varios factores: la primera, que no se han tomado en cuenta la forma en que se han depuesto los desechos de los materiales que están siendo utilizados para este “remozamiento”. Seguramente en el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) no se contempló que las lluvias son cada vez más fuertes y que el cambio climático es innegable.
Otro factor que ha aportado al desmadre que vivimos a diario y que parece que no tiene fin, es la falta de vegetación. El Cangrejo siempre se distinguía por los periquitos que en horas de la tarde formaban un ensordecedor alboroto. Ahora, con la remoción de los árboles, para dar paso a las aceras que nadie usa, esos pájaros han desaparecido. Por último, la improvisación es la tónica de este proyecto. No contento con afectar los comercios del área, al punto de que algunos han cerrado, les ha quitado espacios de estacionamiento (como ha pasado a lo largo de toda la Vía España) dejándoles caprichosas cunetas que no sirven para nada y que a ningún arquitecto cuerdo se le hubiera ocurrido diseñar para que los carros aparcaran.
Esta rapacidad de destrucción se ha extendido al Parque Urraca, que se ha convertido en un lago y más recientemente ha llegado a Salsipuedes. Pareciera que el alcalde, aspirante a presidente, tiene una verdadera vocación acuática, todo lo que toca se inunda.
No nos debemos contentar con la respuesta “antes también se inundaba”, lo que no es cierto, a lo mejor alguno que otro comercio descuidado, pero en general el barrio NO se inundaba. ¿Su slogan será “inundó, pero hizo”?