LO QUE TENEMOS QUE APRENDER DEL MUNDIAL
Por Mariela Sagel, El Siglo, 11 de junio de 2018
En medio de la fiesta futbolística que inicia esta semana en el país más grande del mundo, hay lecciones que aprender de toda esta invasión mediática a la que nos tienen sometidos. Para muchos la simbología les parecerá algo extraña, porque cada país tiene elementos identificatorios que lo caracterizan. Se han escogido las cúpulas en bulbos, generalmente con cinco torres y circunscritas por campanarios y alas radiantes. De las más representativas de ese período moscovita central y tardío son las Basílicas de San Basilio, que está en la Plaza Roja, al lado del Kremlin, y la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, ubicada en San Petersburgo, donde asesinaron al zar Alejandro II en 1881. La primera fue construida por decisión e instrucción de Iván el Terrible para su jubileo, el primero que ostentó el título de Zar desde 1547.
Ojalá que todos los que se animan a ir a Rusia para esta copa mundial de fútbol vayan a visitar todos estos monumentos que dan fe de la enorme riqueza y la desproporcionada desigualdad que había en el pueblo ruso, lo que llevó, en parte, a que la población se alzara en contra de la estrafalaria corte zarista y buscara para ellos mejores condiciones de vida. El año pasado se cumplieron 100 años de la revolución rusa y es interesante ver y entender por qué se dieron unos hechos que cambiaron al mundo y la forma de hacer política.
Otro símbolo que están usando en la publicidad del campeonato mundial es el de las “matrioshkas”, que son un conjunto de muñecas tradicionales creadas en Rusia en 1890. La más grande se va abriendo por la cintura, estando hueca en su interior, y dando cabida a una idéntica, y así se van sucediendo. Pueden ser la cantidad que uno imagine pero deben ser un número impar. Están pintadas con los colores típicos del país en laca y confeccionadas de madera balsa. Son un excelente recuerdo de ese gran país.