Facetas Panamá

Los 50 del MAC

MARIELA SAGEL

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Facetas, 15 de abril de 2012

Hace medio siglo, en el Istmo no existían espacios para exponer pinturas o esculturas, no había centros culturales donde se difundieran las expresiones artísticas. Este museo cambió todo

Llegar a cumplir 50 años para una institución de arte no es nada, en cualquier país o ciudad desarrollada, ya que los museos son parte integral del desarrollo de una sociedad y de una nación. Si así lo vemos, el Museo de Arte Moderno de New York fue inaugurado en 1929, y el revolucionario Guggenheim, frente al Parque Central de esa ciudad, en 1959 (ojo, el museo del mismo nombre en Bilbao lo abrieron en 1997). Ni qué decir de otros igualmente famosos, como el Louvre en París, abierto al público en 1793, El Prado en Madrid en 1819 y el Museo del Palacio de Bellas Artes de ciudad de México, que alberga los murales de los famosos pintores Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Guadalupe Posada, y que inició la construcción en su actual ubicación en 1904 y, por razones políticas, su construcción tomó más de lo anticipado. Fue culminado finalmente en 1934, integrándose así a la eficiente organización de museos mexicanos.
Tal parece que nuestra joven nación aprendió a gatear muy tarde. Como fuimos una provincia olvidada de Colombia, a la que pertenecimos hasta inicios del siglo pasado, nuestro despertar artístico también estuvo rezagado. En 1908, detrás del Palacio de Gobierno, se construyó el Teatro Nacional, pero instituciones culturales per se no se crearon sino cuando ya habíamos sobrepasado el cincuentenario de la república, y no por el estado, si no por una iniciativa privada.

VACÍO CULTURAL

Hace 50 años un grupo de panameños, entre ellos algunos pintores que regresaban a su tierra después de haber estudiado en academias europeas, norteamericanas y suramericanas, unieron sus voluntades en crear el Instituto Panameño de Arte (PANARTE). No existían espacios para exponer pinturas o esculturas, no había centros culturales donde se difundieran las expresiones artísticas.

Los precursores fueron Alberto Dutary (alias Pimpito, ya fallecido) y Raúl Rolando Rodríguez Porcell, arquitecto, también desaparecido, junto a Patricia Picard Amí, Coqui Calderón, Graciela Quelquejeu de Eleta, Adolfo Arias Espinosa y otros que no por no mencionarlos son menos importantes.

Me señaló Silvia de Calvit, esposa del pintor Mario Calvit, que ‘la primera colectiva se hizo en el Arco Chato por iniciativa de Pimpito y participaron Alfredo Sinclair, Mario Calvit, Dutary y Antonio Alvarado. Como no tenían plata hicieron el catálogo en hojas de papel crespón’. Con la creación de Panarte, ingresó a la escena una mujer que le imprimió calor a esa iniciativa, impulsó las primeras exposiciones, le dio un fuerte espaldarazo a los nuevos valores y trajo exposiciones de afuera, Olga Zubieta de Oller.

Además de exposiciones de pintura, se hacían montajes de obras de teatro y proyecciones de películas. Panamá estaba aislada del quehacer cultural y desfasado de la forma de recrearla. Los que podían viajaban a las grandes capitales, incluso a Bogotá, para poder saciar su sed de actividades artísticas.

No fue hasta 12 años más tarde de la fundación de Panarte que el gobierno nacional creó el Instituto Nacional de Cultura (INAC), cuyo primer director fue el pianista y diplomático Jaime Ingram, que apoyó denodadamente la labor de la institución y en 1975 organizó en conjunto el concurso Soberanía, que ganó el pintor panameño radicado en España, Julio Zachrisson, a quien el MAC otorgó el premio Excelencia en las Artes en la celebración de su cincuentenario el pasado 29 de marzo. En esa ocasión fue jurado del concurso el laureado artista ecuatoriano Osvaldo Guayasamín.

Coincidió este resurgir de las manifestaciones artísticas con que el Director de Artes Plásticas del INAC era el pintor Mario Calvit, que apoyó mucho la labor de Panarte. En esa década se establecieron las primeras galerías de arte, como Arte 80 y Etcétera. Finalmente en 1983, y después de haber estado en el antiguo edificio de Cemento Panamá y en la recordada sede de la Avenida Perú, Panarte puedo entrar a la Zona del Canal, inaugurando el Museo de Arte Contemporáneo en 1983, en la edificación que era de la Logia Masónica y como todas las estructuras de ese tipo, tiene características estructurales y de diseño invaluables. Fue la primera institución que estableció su sede en las áreas que iban revirtiendo a partir de la firma de los tratados del canal.

PARTRIMONIO ARTÍSTICO

Para lograrlo, se hizo una gran campaña de recolección de fondos y se crearon formas novedosas de apoyar las actividades del museo, que es el único dedicado al arte en Panamá. Al mismo tiempo, y como el gran acervo que aporta el museo al país, se fue fortaleciendo la colección permanente, conformada por una obra de cada artista que exhibe en sus salas, obra que es escogida por un consejo técnico. De esta manera, el patrimonio de la institución no se devalúa sino que incrementa su valor en la medida que las obras de los artistas que han aportado a ella se han ido cotizando, algunos en las salas de subastas de Nueva York y Londres.

Esta colección permanente asciende a más de 650 piezas y no se pueden mostrar todas al mismo tiempo. En el piso superior, además de exposiciones y charlas se ofrecen conciertos, ya que el artesonado que aún prevalece en su techo permite una buena acústica. Allí sobresale un piano de cola Steinway de la mejor calidad.

El museo sigue siendo el principal y más valioso apoyo a las expresiones artísticas. Por eso hay que luchar para que cada vez pueda proyectarse más en la sociedad. Debemos empezar por conocerlo y hacer una campaña para que se incluya en los ‘tours’ turísticos del país, para que nuestra infancia y juventud asista a sus cursos de arte, para que compartamos lo que se produce en sus talleres de grabado y serigrafía y para que lo incorporemos a nuestra vida semanal como un punto de reunión familiar para recrearnos con arte, no con vitrinas de modas. El Museo de Arte Contemporáneo es un espacio vivo, donde reposa el acervo artístico del país, en su plástica.

MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO

Una casa para el arte istmeño

Han sido curadoras las reconocidas historiadoras de arte Mónica Kupfer y Carmen Alemán y hoy día está al frente de la dirección ejecutiva de esta institución Lizi Rodríguez

PANAMÁ. Panarte y el MAC han sido, sobre todo, proyectos llevados adelante por mujeres, sin desacreditar el valioso aporte que le han dado los hombres que han presidido su junta directiva, como Francisco Young, Dicky Durán, Eloy Alfaro, Steve Maduro y Facundo Bacardí, además de los fundadores y miembros de su patronato.
Olga Zubieta de Oller tiene un sitial muy importante, fue su directora desde la fundación del Instituto hasta la creación del MAC. Le siguieron Maribel Heilbron y Elda de Garuz,- que dejaron una estela de excelencia-. Graciela Quelquejeu de Eleta y Coqui Calderón, su actual presidenta, fueron desde el inicio los emblemas permanentes del arte panameño y después de 50 años siguen dando su valioso tiempo, esfuerzos y prestigio al MAC.

Han sido curadoras también las reconocidas historiadoras de arte Mónica Kupfer y Carmen Alemán y hoy día está al frente de la Dirección Ejecutiva Lizzi Rodríguez, hija del arquitecto. Raúl Rolando Rodríguez Porcell. José Pablo Sánchez, un personaje invisible para la mayoría de las personas ha sido un inconmensurable aporte desde la humildad de su cargo como conserje, pues ha estado en la institución desde los inicios de Panarte. Tiene alrededor de 80 años, ha sido trabajador manual, encargado del montaje de las exposiciones, confidente de los pintores y siempre ha laborado con gran amor y lealtad a su trabajo. Hay quienes afirman que es un gran conocedor de arte.

Como todas las propiedades iniciales de las áreas revertidas, el terreno se le asignó a Panarte y sobre él se hicieron las mejoras del inmueble que se adquirió pero no le pertenecía. Hace unos años la antigua ARI traspasó a esta organización cultural el título de propiedad y hoy aspira a mudarse porque el espacio se ha quedado pequeño. Ojalá que dentro de unos pocos años podamos decir, como en 1983, ¡Al fin museo!