PONENCIAS. Jorge Edwards (centro) participó de varias mesas durante la pasada edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Foto: Cortesía | FIl Guadalajara |
La primera de las presentaciones (en Guadalajara este año se realizaron 550 y sus asistentes superaron los 700 mil) fue una amena conversación con Chistopher Domínguez (crítico literario mexicano de gran prestigio) sobre la novela y la cuasi novela.
Con una locuacidad contagiosa, Jorge Edwards repasó su obra literaria, que incluye ensayos, cuentos, novelas y memorias, además de miles de columnas que se publican en los diarios de España e Hispanoamérica. Abogado y filósofo, ingresó al servicio exterior chileno desde 1958 y allí permaneció hasta el golpe militar perpetrado por Augusto Pinochet. Obligado a salir del país, vivió en Barcelona donde trabajó para Seix Barral.
Con gran elocuencia, sin perder su elegancia, señaló que Los Convidados de Piedra es una obra crítica del golpe de estado, y en la presentación de su libro, que le correspondió al historiador mexicano Enrique Krauze, contó cómo algunas personas se indignaron porque no se les incluyó en ella y otros porque sí se vieron allí reflejados.
MUSEO DE LA MEMORIA
De igual forma le dijo a Domínguez, en la primera charla, que El Museo de Ceraes una novela esperpéntica. Su libro Adiós Poeta, es un retrato personal y una evocación íntima de la figura de Pablo Neruda, su gran amigo y amigo de personas poco recomendables –dijo entre risas— y con quien trabajó como su secretario cuando el vate chileno era embajador de Allende en París. En ese periplo francés entabló amistad con algunos de los protagonistas del ‘boom’latinoamericano como García Márquez, Vargas Llosa y Julio Cortázar, entre otros.
Jorge Edwards, descendiente de Andrés Bello, el gran humanista venezolano, de familia aristócrata chilena, liberado de su peso social gracias a una pleuresía que le alivió no ser un hipócrita consumado, tiene una memoria prodigiosa yLos Círculos Morados es una continuidad entre la biografía y la novela, una novela biográfica sin ficción. Neruda le señalaba, entre otras cosas, que escribía sin prisa, con una curiosa tranquilidad y que su prosa rebosaba urbanidad.
Relata con pudor y con muchos detalles su infancia, la relación con sus padres, su paso por el colegio San Ignacio, las profundas heridas que le causó un cura depravado y la prohibición que le hizo el padre Alberto Hurtado (canonizado en 2005) de leer a Miguel de Unamuno. No solo no le hizo caso, sino que lo siguió leyendo, lo que influyó de un modo decisivo en su formación intelectual, en su visión del mundo, en el desarrollo de su espíritu crítico y de algo que se podría llamar el movimiento de su intelecto: su afición por el ritmo incesante, por la digresión, por las contradicciones, las que tomarían otro cauce años más tarde al leer a Michael de Montaigne, a quien dedica su penúltimo libro, La Muerte de Montaigne.
En la obra de Jorge Edwards hay linaje y prosapia, y dijo la moderadora de la presentación que no debe haber sido fácil ser Edwards en Chile y ser escritor (en alusión a lo que le dijo Pablo Neruda cuando lo conoció). En su libro sobre su tío abuelo, Joaquín Edwards Bello, El Inútil de la familia, relata de manera muy vívida a lo que se expone un intelectual dentro de un círculo familiar burgués tan estrecho que le teme a todo, especialmente al qué dirán y que descarta toda relación con las ideas, sobre todo si éstas son de libertad y justicia social.
Pregonando que no hay escritor modesto, confesó que no tuvo buena relación con Carlos Fuentes, pero que ambos hicieron las paces antes de que el mexicano nacido en Panamá muriera. Fuentes le advirtió que cuidado y su primer libro de memorias no tuviera continuidad, no solo por la edad sino por la pérdida de ese privilegio que Jorge Edwards tiene, de recordar todo con detalles.
Los Círculos Morados es un delicioso paseo cadencioso por la vida de un escritor perteneciente a una clase social inexpugnable, sus lecturas, sus inicios eróticos, sus encuentros con Pablo Neruda y las lecturas de grandes escritores que marcaron su formación. Está escrito de una forma magistral y es el vivo retrato de una época y de una vida del hoy embajador de Chile en Francia. Ojalá que Fuentes se equivoque, y que haya una parte dos de sus memorias.