Publicado en El Siglo, el 21 de agosto de 2023.
Cada año suben las temperaturas en los años de verano en los países que gozan de las cuatro estaciones, y se recrudece la falta de lluvias en aquellos que dependemos de ellas para el funcionamiento de una de las más importantes obras de las que depende el mundo, como es el Canal de Panamá.
El tema del cambio climático ha sido un constante que ha venido “in crescendo” desde hace más de veinte años, como si se tratara de algo que pudiera llegar algún día y del que tendríamos que prevenirnos.
Pero no lo tomamos en serio, desperdiciamos los recursos, no hemos cambiado nuestras costumbres de desperdiciar a mansalva, y sin darnos cuenta, llegó sin previo aviso, arrasando con cosechas, sembrando incendios a diestra y siniestra, creando sequías incontrolables y encima de todo, no dando prioridad a las alternativas que, a lo calladito, y en silencio, se han venido desarrollando para cuando llegara este momento.
Ya no sorprende que los más caudalosos ríos sean ahora un hilo de agua que discurre sin pena ni gloria, que las bases de los puentes se muestren por el bajón que ha tenido el nivel del agua, o que la demanda por enfriar los calurosos departamentos suban al punto de explotar las capacidades instaladas. Cada vez es más grave la situación.
A nivel mundial, en los foros internacionales, la constante del tema del cambio climático se ha impuesto en la agenda a desarrollar y, afortunadamente, se está creando una gran consciencia de la gravedad ante la que nos enfrentamos, que está dejando al planeta sin recursos para hacerle frente a una gran crisis mundial.
Las prácticas positivas que se han adoptado deben ser replicadas en todos los países sin distingos de ideología y la cooperación en este rubro debe ser la prioridad de cualquier gobierno que se precie de querer desarrollar su país.