Opinión Publicado en El Siglo

Los extremos del fanatismo

Publicado en El Siglo, el 15 de agosto de 2022.

A Salman Rushdie se le culpa de haber publicado ‘Los versos satánicos’ en 1988, donde cuestionaba la devoción al profeta Mohamed.


El mundo entero se ha conmocionado ante el ataque que sufrió el escritor británico-estadounidense de origen indio, Salman Rushdie, en el cuello y el abdomen, que lo mantuvieron al borde de la muerte por varios días. Su culpa: haber publicado ‘Los versos satánicos’ en 1988, donde cuestionaba la devoción al profeta Mohamed. Menos de medio año después, el Ayatollah Jomeini (iraní) decretó una ‘fatua’ contra él, que lo condenaba a muerte, lo mismo que a sus editores, por blasfemia contra el Islam. Se recompensará a quien lo ejecutara con 3 millones de dólares.

Una vez muerto el imán, la fatua siguió en pie, con varias repercusiones. El traductor al japonés del libro del célebre escritor fue asesinado, así como apuñalado el traductor italiano en 1991. En 1993 le dispararon al editor noruego y unos meses después, en un ataque dirigido a su traductor al turco, murieron 37 personas. Todos estos eventos se produjeron antes de que el atacante en New York, Hadi Matar, naciera.

Salman Rushdie ha vivido oculto más de una década y su producción literaria se ha visto alterada desde 1988. Ha habido desde entonces toda clase de debates en torno a entregarle premios o invitarlo a congresos, por el peligro que ello representa. Cuando fue a la Feria de Guadalajara, la seguridad fue extrema y no hubo manera de tomarnos fotos con él.

Sus obras, a pesar de todo, y de todos, han seguido la excelencia que marca su estrella y este ataque agrava su situación personal y desvela una carencia de libertad de expresión e intolerancia insostenible. ‘Hijos de la medianoche’ es un clásico y, adepto al ‘realismo mágico’, su más reciente obra, Quichotte, es un homenaje al autor del clásico español, precursor de la novela moderna.

Gracias a la ciencia médica, Rushdie se encuentra actualmente fuera de peligro, ya respirando sin ayuda artificial, pero con la amenaza de que pierda un ojo. Incluso ya está hablando de lo que todos nos alegramos.

Que este lamentable hecho nos permita reflexionar sobre la pervivencia del odio, el fanatismo y la indiferencia que tenemos ante la violencia.

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