LOS GRADOS DE CARISMA
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 24 de abril de 2016
El martes 19 de marzo falleció a una avanzada edad, y habiendo transitado por la vida haciendo buenas acciones, el gran demócrata Patricio Aylwim, a quien correspondió liderar la transición de Chile hacia un sistema democrático, después del referéndum que convocara el mismo Augusto Pinochet en 1988 y que arrojó la victoria del NO, para que no continuara la dictadura militar que había derrocado al Presidente Salvador Allende en 1973. Aylwin fue un adversario de Allende y su partido recibió fondos de la CIA cuando se produjo el golpe militar, pero con el tiempo, y ante las evidencias de abusos generalizados a los derechos humanos, el partido Demócrata Cristiano le retiró el apoyo a Pinochet. Posteriormente sería uno de los abanderados de la coalición que conformó los partidos de la Concertación por la Democracia, que ha gobernado Chile, salvo el mandato de Sebastián Piñera, desde que se salió de la oscura noche de la dictadura militar.
El gran Patricio de Chile, como le llamó un editorial de La Estrella de Panamá al día siguiente de su muerte, tenía un singular carisma y siendo presidente, frente a los cambios a la constitución a los que se enfrentaba el gobierno, no dudó ni un minuto en no extenderse su período presidencial. Metió en cintura a los militares, negoció con el mismísimo Pinochet durante su mandato de cuatro años y sacó adelante a uno de los países más cultos y que arrojan mayor crecimiento en América Latina. Tenía un carisma y liderazgo incomparable, cualidades de las que adolecen muchos o casi todos los gobernantes de los países vecinos y los que están más arriba de la línea del Ecuador.
Espero que nuestro país se haya hecho presente y sentir en sus honras fúnebres, aunque funcionaros del gobierno expresaron, en forma elocuente, al embajador de Chile y el ex Presidente Ricardo Lagos, que estuvo aquí para la Conferencia Anual de Ejecutivos de Empresas, nuestras sentidas condolencias.
Lagos, otro líder carismático que en dos meses ha venido dos veces a Panamá, quiere ayudarnos a definir qué vamos a hacer después de que culmine la ampliación del Canal de Panamá. Tarea difícil si se tiene en cuenta que para la mayoría de la población que geográficamente puebla este pequeño país, el Canal no le aporta nada a su calidad de vida. El carisma que tenía la administración de esa vía interoceánica se ha ido perdiendo con tantas disputas, ausencia de liderazgo e informaciones contradictorias en cuanto a los beneficios que va a aportar al país esa ampliación, más ahora que por culpa de un par de piratas, la marca Panamá está en boca de todo el mundo, y no en los mejores términos.
Algunos dicen que el prófugo que está en Miami, el expresidente Martinelli, ha tenido que ver con la divulgación de este sensitivo tema de las “off shores” y los personajes que eran sus dueños. No lo creo tan hábil para eso pero seguramente ha utilizado toda la data recolectada en los pinchazos a lo que se dedicó por 5 años para echar más leña al fuego. Si bien no tiene carisma, sí tiene sentido de la oportunidad, sino averigüen cómo llegó a hacerse con las tiendas 99, que se llamaban Wong Chang.
El carisma es definido como la cualidad o don natural que tiene una persona para atraer a los demás por su presencia, su palabra o su personalidad. Acabamos de ver a un ex ministro belicoso y arrogante salir de su cómoda prisión en la sede de la policía sin haber perdido un kilo en seis meses, y decir con rabia que sacaría a los fariseos del templo y que correría para presidente en 2019 por Cambio Democrático. Ante las preguntas de un periodista de los compromisos que adquirió el gobierno anterior con los Estados Unidos, y que todo indica son, por un lado, la protección al cobarde que se refugió en Miami y por otro, algo que no sabemos y que está instalado en Panamá, se volvió un galimatías que nadie entendió. Cita mal a los evangelios y tiene tanto carisma como un enema.