Publicado en El Siglo, el 5 de septiembre de 2022.
El biocomercio sostenible de mariposas es una actividad sostenible que incorpora la biodiversidad a los procesos de desarrollo de comunidades
En el Jardín Botánico Tropical de Konya, donde, cuando se ingresa, se siente un ambiente húmedo rodeado de plantas y sonidos que nos recuerdan los de la tierra tropical donde nacimos, pronto estarán volando las mariposas panameñas.
El biocomercio sostenible de mariposas es una actividad sostenible que incorpora la biodiversidad a los procesos de desarrollo de comunidades que habitan en entornos de alta diversidad biológica, de hecho, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) reconoce y estimula este intercambio.
Esta actividad es ampliamente desarrollada en países de la región. En Costa Rica, por ejemplo, 400 familias dependen de la cría de mariposas de pupas (después de las larvas, se convierten en pupas antes de abrir sus alas) para su exhibición en jardines botánicos y mariposarios del mundo.
En Panamá, desde inicios del año 2014 se inscribió en el Ministerio de Ambiente el Mariposario de Cerro La Vieja como un emprendimiento para el estudio y reproducción de mariposas. El conocimiento adquirido fue compartido con la comunidad de Chiguirí Arriba. Siete años han estado trabajando en esto, con resultados satisfactorios. Un caso emblemático es el de un señor que se dedicaba a la tala de bosques prístinos para establecer potreros para cría de ganado, y ahora es el principal productor comunitario de mariposas.
Gracias a la cría de mariposas, los campesinos aprenden de los peligros de los pesticidas, identifican especies de plantas nativas que sirven de alimento a estos lepidópteros, reconocen el valor de la biodiversidad, y generan ingresos con una actividad con impacto ambiental positivo.
La comunidad de Chiguirí Arriba con la asesoría del especialista Samuel Valdés están en proceso de creación de la Asociación de Productores de Mariposas, (bajo el nombre de Alas de Esperanza) con la intención de formalizar este bio-emprendimiento ante las instituciones del Estado.
Los directivos del Mariposario de Konya viajaron a Panamá a visitar las instalaciones de Cerro La Vieja y quedaron impresionados por el involucramiento de la comunidad, y decidieron que contribuirían con los esfuerzos de conservación que adelante este proyecto, comprando la producción de mariposas.
Para lograr este objetivo y en cumplimiento del Convenio de Diversidad Biológica, se ha tramitado y obtenido el permiso de exportación de pupas de mariposas y el Ministerio de Desarrollo Agropecuario ha certificado que estas especies de mariposas no se encuentran listadas como plagas agrícolas.
En este momento se está preparando el primer envío «piloto» de 80 pupas, a ver cómo se adaptan, con el patrocinio de Turkish Airlines, que va a hacer una inauguración del pabellón de mariposas panameñas en Konya en el mes de octubre.
EMBAJADORA DE PANAMÁ EN TURQUÍA