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Más respeto presidente

Por MARIELA SAGEL, La Estrella de Panamá, 12 de mayo de 2013 

No suelo prestar mucha atención a la sarta de babosadas —por decirlo en su propio lenguaje— que a diario dice el presidente, a quien en las últimas semanas parece que se le ha agudizado la incontinencia verbal. Para él nadie trabaja, todo el mundo critica sin fundamento y ningún candidato de la oposición o sus antiguos aliados tiene la altura de los miembros de su partido que aspiran a ser los ungidos con la candidatura presidencial. Hasta los ha llamado liliputienses. Pero un señalamiento que hizo recientemente me ha enervado al punto de exigirle respeto y apego a la verdad, porque como decían los nazis, y más concretamente pregonaba Joseph Goebbels, una mentira repetida mil veces acaba por convertirse en verdad.

Ha sido su costumbre, de un tiempo para acá —no lo hizo en campaña, ahora parece que encontró un espejito enterrado y se miró en él— decir que en cuarenta años ningún gobierno hizo nada, a pesar que él mismo fue parte de dos gestiones, lo que lo incluye por ‘default’ en la lista de los vagos. Inaugurando una nueva meta que ha alcanzado el Patronato Panamá Viejo, dijo que ningún gobernante había hecho nada por ese Patrimonio de la Humanidad, el mismo que su gobierno ha llegado a exponer hasta el borde de ser un sitio patrimonial en peligro.

Permítanme recordarle a los lectores que el Patronato Panamá Viejo se creó en 1995 por iniciativa del entonces presidente, Dr. Ernesto Pérez Balladares, y su desempeño ha sido tenaz y digno de alabar en el rescate de esa valiosa parte de nuestra historia. Otros patronatos creados en esa gestión fueron el del Museo del Canal Interoceánico, el de la Biblioteca Nacional (a quienes se les dio un capital semilla para la fundación) y la Ciudad del Saber. El modelo estructurado para todos ha sido exitoso y eso lo demuestra lo que cada uno ha venido haciendo durante los quince a dieciocho años que tienen en el bregar. Se alejó de la política —a propósito— el manejo de temas tan importantes y ha probado ser muy saludable esa decisión.

El Patronato Panamá Viejo ha venido trabajando en la restauración y acondicionamiento del sitio histórico y arqueológico y a mí en lo personal, estando al mando del Ministerio de Gobierno, me tocó ordenar la salida de una piquera de autobuses que además del ruido y peso que imponían al área, era un elemento discordante para el conjunto monumental.

En el año 2006, la primera dama Vivian Fernández de Torrijos inauguró, en ceremonia muy concurrida y publicitada, la restauración de la Torre de la Iglesia, a donde se puede ascender por medio de una guía visual y que se ha convertido en una de las atracciones turísticas más populares de la ciudad e invita a recorrer esos caminos que fueron blancos de los piratas en el siglo XVII. La Unesco lo declaró patrimonio en 2003 pero ya anteriormente, el gobierno panameño de 1976 lo había declarado Monumento Histórico. O sea, hace 37 años.

No debemos permitir que se engañe a los menos enterados por medio de estos pregones de un gobernante agobiado por el poder y obnubilado por los medios de comunicación, queriendo divertirse comprándolos y encima, manifestándolo como si fuera una gracia. A cuatro años de esta torturante gestión, debería haber aprendido a manejarse en público y decir lo adecuado para aspirar a que lo recordemos como un estadista.

Todos debemos congratularnos que el Patronato Panamá Viejo siga rescatando las ruinas que atrajeron al pirata Morgan, pero dando el justo lugar que corresponde a quienes hemos aportado un granito de arena para que las futuras generaciones sientan y vivan el legado histórico que nos ha dejado ese conjunto monumental.