Mariela Sagel
El Siglo, 31 de marzo de 2014
El cumplimiento del viaje No. 94 del Presidente dio un vuelco a las estadísticas que ostentaba Martín Torrijos, a quien se le llamó “el muñeco que pasea”. Esa estadística seguramente no tiene en su haber los viajes clandestinos que ha realizado en casi 5 años, algunos de los cuales han sido motivo de escándalos.
Llama la atención los destinos que ha seleccionado el admirador de Berlusconi en este quinquenio. A Honduras, donde seguro que tiene socios de negocios, no ha parado de ir, hasta para inaugurar una tienda de barrio. A Estados Unidos se dice que fue a dar discursos, pero en Panamá no puede articular ni una oración coherente. No aparece Hong Kong, donde el 26 de octubre de 2012 estuvo recalando, volviendo de Vietnam y en ruta a Italia, cuando en Panamá casi hubo una guerra civil. Y tampoco todas las francachelas de playa y amigas donde se refugia cuando le da su perinola y hay que alejarlo de las cámaras.
Dos países importantes para nosotros en este continente, que parece no están en su geografía, son Canadá y Brasil. Dos gigantes donde Panamá tiene muchas oportunidades de reforzar sus relaciones. A menos que las únicas que le interesen son las que se establecen con Odebrecht, que es brasileña. Canadá es un país donde tanto la educación como la salud, la industria y el transporte, tienen mucho que ofrecernos. Pero esas no son las prioridades del presidente. También podría enseñarnos mucho sobre dónde van a parar los corruptos y cómo se les juzga.
El ex presidente de Uruguay, Tabaré Vásquez, que promete repetir en las próximas elecciones de su país, entregó, al término de su mandato, un documento titulado: Uruguay, ser en el mundo, donde ofrece los resultados de todos sus periplos internacionales. Sería bueno que los gobernantes copiaran ese modelo, y no solamente las acciones de capo italiano.