MERAS COINCIDENCIAS
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 28 de agosto de 2016
El tema de la hidroeléctrica Barro Blanco, construido en Tolé, Chiriquí que afecta unas 10 hectáreas de la comarca Ngäbe Buglé, (situada entre las provincias de Chiriquí, Bocas del Toro y Veraguas) ha estado en el ojo del huracán y en boca de todo el mundo, con razón o sin ella. Un incidente aún no muy esclarecido por las autoridades y hasta cierto punto manipulado deja claro que si a la ciudadanía le preocupa su seguridad personal, la del Presidente y su gabinete es aún más vulnerable. No sabemos con precisión qué tipo de control de daños se aplicó en la firma del acuerdo en Llano Tugrí, ni hasta qué punto estuvieron en peligro las vidas de los asistentes. El director del Servicio de Protección Institucional debería poner su cargo a disposición.
Hay muchas cosas que no se han dicho, pero que van saliendo a cuenta gotas a medida que pasan los días y se filtran los rumores. Hay que dejar claro que esa hidroeléctrica solamente generaría 28 MW, es decir, una inversión desproporcionada para tan poca capacidad. La empresa que la construyó, y que incumplió con la mayoría de los estudios requeridos para evaluar la afectación que produciría, debe alrededor de 90 millones de dólares a los bancos y tiene casi la mitad en dinero que no se sabe de dónde provino.
Hilando fino y consultando con libros y documentos hechos públicos, repaso lo plasmado en el libro de Iván Cepeda y Felipe Tascón, “Uribe y la derecha transnacional”, donde afloran coincidencias que no hay que desestimar: el triángulo que se formó desde el año 2002 con el ex presidente colombiano en mención, que se fue afirmando con el tiempo por la imposición de los planes de los gringos en el tema de seguridad hemisférica. Ese triángulo lo formaron Uribe, Martinelli y los hondureños dueños de la empresa que construyó la presa en Barro Blanco. Recordemos que entre Martinelli y Uribe hay una amistad basada en el paralelismo de que ambos son terratenientes, empresarios y pertenecientes a círculos políticos emergentes, que le disputaban a la élite tradicional el poder.
En la página 143 del mencionado libro se señala cómo se cierra el triángulo en torno a la hidroeléctrica, y es a través de un palmicultor con estatus de inversionista en nuestro país pero prófugo de la justicia colombiana, funcionarios del gobierno pasado y una familia hondureña con vínculos políticos, que se alega es socia del proyecto de Barro Blanco. Esto levanta un montón de señales de alerta.
La madeja no deja de seguir enredándose porque surgió una batalla entre los gremios empresariales por la mentada seguridad jurídica, y comunicados fueron y vinieron sin que todavía se entienda por dónde va la cosa. Para rematar, Naciones Unidas emite una opinión de que el acuerdo “es un referente histórico para la comunidad internacional” pero Genisa dice un día que sí sabía el contenido del acuerdo y al otro día que no, y al tercer día replica que es todo lo contrario. El Defensor del Pueblo pide que detengan el llenado de la represa por las afectaciones a las comunidades que han quedado sumergidas y todos nos preguntamos qué pintan conspicuos personajes presentes en la firma, supuestos asesores de la cacica, que goza de una creciente animadversión entre la comunidad que representa.
Con la firma del acuerdo de paz en Colombia, que pondría fin a 50 años de violencia y obligó a 7 millones de personas a desplazarse, y que éste vaya a referéndum, no quiero ni imaginar para dónde irán los que no depongan armas, o si ganan los que se oponen al acuerdo. Quisiera pensar que la “inteligencia” estatal, tan experta en pinchar teléfonos, ya tiene planes contingentes al respecto.
Otras coincidencias en todo este intríngulis de tramas políticas calzan en este momento: Joe Biden sale en las noticias asegurando al presidente de Turquía que van a extraditar al supuesto cerebro del fallido golpe recientemente ocurrido en ese país, que reside en Estados Unidos, pues según el vicepresidente, no tiene un mejor aliado. Nosotros supuestamente somos un gran aliado para los Estados Unidos, y a pesar de eso y de lo incondicional que ha demostrado ser el presidente con ellos, nunca se han manifestado en términos tan categóricos en relación a la extradición de Martinelli, y el desprestigiado órgano judicial y la cancillería juegan pin pong con la orden de extradición, dándole largas al asunto.