EJEMPLAR. Sobre su portada aparece el protagonista danzando Foto: FIL Guadalajara | Cortesía |
El bautizo de su libro lo ofició el historiador y ensayista mexicano Enrique Krauze, que tiene un magnetismo para hablar y profundizar en las cosas que deleitan (su último libro Redentores ha sido muy bien aceptado en el año que tiene de haber sido publicado) y presentó el acto el presidente de la FIL, Raúl Padilla López. Ampuero ha vivido en Cuba, Alemania, Suecia y Estados Unidos.
Como joven estudiante tuvo simpatías por al movimiento socialista, proviniendo de una familia de orientación derechista. Era lo que llaman un ‘comunista caviar’.
Al ocurrir el golpe de estado de 1973 salió de su país para estudiar en Leipzig, Alemania Oriental, ya que había estudiado en el colegio alemán y tenía afinidad con la disciplina e idiosincrasia teutonas y de allí va y viene de Cuba, ilusionado con la Revolución Cubana, donde estudia Literatura Latinoamericana.
Posteriormente va cambiando de opinión y evoluciona a una corriente neo liberal y regresa a su país 20 años después, habiendo publicado obras en alemán y escrito en Suecia.
Sus libros iniciales son parte de una serie y mientras los escribía se dedicaba a otros oficios alejados del de escritor.
Esta última novela es de un interés muy particular, porque de cierta forma pretende exorcizar la mano invisible de los espías de la CIA en alianza con la clase reaccionaria chilena en el golpe de estado de Augusto Pinochet, a través del personaje de David Kurtz.
Como escritor de tramas policiales tiene unos recursos muy interesantes, a varios tiempos, unos de ahora y otros de cuando Allende era presidente, y le realza todas las contradicciones del ser humano que era, de gustos culinarios sibaritas, amoríos de gran seductor y satisfacciones de bon vivant.
La figura del tango y el ajedrez es el vaso comunicante entre Rufino, su amigo anarquista de la juventud y panadero sin materia prima durante el gobierno socialista, y el presidente. Bien llevada y documentada y con la prosa ágil de Roberto Ampuero, la novela es un deleite y no deja de sorprender en sus desenlaces.
Durante la presentación el autor fue interrogado por Krauze sobre cómo obtuvo los datos del hedonismo de Allende y los escenarios donde desarrolla la novela, que eran la residencia presidencial de Tomás Moro, La Moneda y una casa de campo, donde pasaba los fines de semana con su amante oficial, la Payita.
El escritor contó que estuvo en los tres lugares recreando los escenarios, incluso en las dos habitaciones del palacio que fue bombardeado inmisericordemente y que se conservan tal cual. La casa de Tomás Moro, donde vivía con su esposa es ahora un asilo de ancianos y la casa ‘chica’, en Arayán de 20 hectáreas, es un centro de eventos, como para que nadie se acuerde.
Al finalizar la presentación, en la que no hubo oportunidad de hacer preguntas y en cuyo salón no cabía la gente, estuve charlando con el escritor Jorge Edwards, testigo viviente de esos años, y me contó que Allende era un gran ingenuo, que no tenía idea de economía, Neruda le daba cátedra en eso y que él también quería preguntarle sobre las fuentes, ya que conoció a Allende y a su mujer viviendo en una casa modesta, no en las que él aludía. Claro que el destacado escritor no había leído el libro y yo sí.