Mariela Sagel, El Siglo, 7 de diciembre de 2015
Hace una semana se celebró la importada fiesta del Black Friday , que –según me dicen– no reportó las ventas esperadas ni los visitantes anhelados para que se vaciaran los artículos en las tiendas y siguiera el consumismo que nos está matando.
Ayer se celebró el mentado desfile de Disney, que llevó adelante el alcalde de la ciudad capital –y supuesto aspirante a la silla presidencial– a un costo ofensivo para las necesidades acuciantes que tiene esta urbe, donde la basura, las aceras inexistentes, la falta de servicios óptimos afecta hasta a los mejores barrios que aquí existen.
Leí del talentoso Aaron Zebede la opinión que tenía sobre los ‘Momentos mágicos’ de Blandón y con justificada razón reclamaba que con ese dinero bien se puede construir un teatro municipal, que no solo un por uno, sino muchos años puede ofrecer espectáculos no solo en Navidad, sino durante todo el año, y ponía como ejemplos los teatros municipales de ciudades como Cali, Buenos Aires, Santiago y Lima.
Esto cobra mayor relevancia ahora que el Teatro Nacional está cerrado y sin que sepamos si algún día lo abrirán y si seguirá siendo el magnífico recinto construido a inicios del siglo XX.
Debemos exigir que la Alcaldía muestre cuántos turistas llegaron para el mentado desfile, si valió la pena la inversión –por no decir el derroche y despilfarro– y rinda cuentas como debe. Es tan patético que sea la misma persona que impulsó en su momento la ley de cultura la que ahora organice e impulse este extranjerizante y ridículo espectáculo.
Eso demuestra que lo que quería desde la Asamblea era ganar votos para su siguiente elección, esta vez para administrar la ciudad en la que vivimos. También debemos exigir que si se va a hacer cargo de la basura, implemente un programa de reciclaje que incluya multas fuertes para aquel que no recicla y bote desperdicios en la calle, a ver si algún día salimos de ser un chiquero en la ciudad de Panamá.