NO SER COMO ELLOS
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, de 25 de marzo de 2018
Generalmente se les pregunta a los niños a quién se quiere parecer, y es ideal que los pequeños digan que quieren ser como sus padres (cuando son buenos ejemplos) o como algunas figuras públicas que sean dignas de emular. Si nos dicen “cuando crezca quiero ser como tú”, es un cumplido, porque algo debemos estar haciendo bien cuando quieran seguir nuestro ejemplo.
Ahora bien, no siempre todas las ejecutorias públicas son dignas de imitar, por el contrario, cada vez se ven menos de esta índole. Como vivimos con el horrible pecado en una sociedad en la que es infinitamente más aceptable pasar de ignorante que por pedante, por el simple hecho de hablar correctamente, o comportarse como tal, los ídolos de hoy son, entre otros, una diputada que se ha reconstruido físicamente en su totalidad, y compite con otra (una de blanco y la otra de negro) para llamar la atención. En casi cuatro años el giro y las poses que asume esta joven señora son tan evidentes, que pareciera que modelara en vez de que legislara.
Si de lo que se trata es de hablar, vamos por muy mal camino. Hay otro diputado, que es el gran “matraqueador” tras bastidores (y de frente también) que, a pesar de tener cuatro períodos en la Asamblea, todavía cancanea cuando interviene en los medios y repite, una y otra vez, “hubieron” en vez de “hubo”. Hasta el ex alcalde de San Miguelito, hoy diputado, se corrigió a sí mismo en el programa de televisión donde el anterior había ido a maltratar el idioma.
Ahora tenemos que el director de la institución que debe administrar el agua que todos necesitamos –y que tiene una moratoria de 20 años en modernizarse— acusa a los residentes de barriadas “marginales” de desperdiciar agua en sus piscinas de plástico. Este señor, en su desafortunada intervención ante el pleno legislativo, debe estar agradecido a la vida, porque lo apañó la diputada independiente Ana Matilde Gómez, que sin perder la elegancia y a riesgo de ser pedante, le rebatió su desacertada aseveración. Si lo hubiera apañado “la de negro” no habría salido vivo.
La última gracia de la justicia descabezada (ya ni está ciega) de este país ha sido el otorgar una medida cautelar domiciliaria al ex magistrado Alejandro Moncada Luna y lo ponen en imágenes dramáticas descendiendo de un automóvil, con canas (era conocido por su apodo como “blower” por el copete que siempre exhibía), más delgado y con bastón. Como para levantar lástima, el narrador de la noticia destaca que estaba “visiblemente deteriorado”. Este señor, que fue objeto de un juicio mediático como no habíamos visto antes, transmitido en vivo y en directo, fue condenado a apenas 5 años en prisión, y en menos de un año lo mandaron al Renacer, centro de reclusión donde se podría decir que los presos no lo pasan tan mal, viven en pequeñas casitas y no están hacinados. Si bien una cárcel, por óptima que sea, es un castigo y no un premio para quien ha cometido un delito, allí no se va a engordar y las depresiones seguramente son algo habitual. Pero destacar que el tipo estaba canoso no quiere decir que esté deteriorado, posiblemente no tuvo acceso a comprarse su tinte o quién se lo aplicara.
Leí que, por el contrario, que Ricardo Martinelli, en su cárcel de Miami, ha engordado. En su caso es grave porque es operado de banda gástrica. Pero debe estar muy preocupado ahora que el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, que apenas tenía año y medio de haber asumido el cargo, se vio forzado a renunciar. En todo el continente, el único país en el que a ningún mandatario o ex mandatario se le ha probado que recibió coimas de Odebrecht (el actual nuestro les llama “donaciones”) es Panamá, y seguramente ahora se enfilarán los cañones hacia acá. ¿Quién le iba a decir a PPK, que tan buen perfil tenía, que los japonesitos Fujimori (los Fujis como los llamaba despectivamente) lo iban a defenestrar? Ya la BBC sacó un artículo sobre los presidentes y ex presidentes tocados por la mano de la constructora brasileña y Panamá está incluido en ese perfil.
Perú atravesaba una crisis institucional, aquí no hemos salido de la que tenemos hace años y que el presidente es el mayor responsable. Lo malo de todo esto es lo bueno que se está poniendo, tal parece que las cosas tienen que empeorar para que mejoren.