Pérez-Reverte, escritor y reportero
Domingo 20 de septiembre de 2015
O ‘en los tiempos de oscuridad, la ignorancia del hombre era disculpable. En un siglo ilustrado como éste, resulta imperdonable’….
Arturo Pérez Reverte no solo se supera con cada relato, sino que en ésta su última novela nos enseña sus armas de reconstruir el pasado en base a mapas, libros de la época y hasta cotilleos de salón y recámara.
Va donde sea con tal de conseguir la información y eso es la garantía de que la novela te cautive desde el principio hasta el fin de las casi 600 páginas. Hay perlas que puedo citar como que ‘pocos se endeudan por comprar libros, pero nadie se priva de lucir cada domingo una casaca nueva….’
O ‘en los tiempos de oscuridad, la ignorancia del hombre era disculpable. En un siglo ilustrado como éste, resulta imperdonable’….
No se engañen con los títulos de libros suyos que él menciona allí. Estos no existen y es parte del juego que hace el autor para demostrar que no hacen faltas otras armas que el libro y la palabra frente a la ignorancia y la maldad.
Los duelos rescatan al reportero de guerra y maestro de esgrima, y las pesquisas de lugares, trazados de calles y descripción de salones de la alta sociedad francesa, en contraposición con la precaria y atrasada burguesía española, solamente pueden ser percibidos a través de su paciente óptica y rigurosa investigación.
Los desenlaces, como en casi todas sus novelas, son insospechados, como el que lleva al embajador de España en París, el maltrecho conde de Aranda, a darles a los académicos el dinero que les había sido robado, gracias a uno de esos juegos de palabras que solamente los masones entienden.
La relación de los dos académicos, que más dispares no puede ser, nunca se empaña a través de todas las vicisitudes que atraviesan, porque tenían en común que estaban orientados por las luces de la razón y quisieron cambiar el mundo con libros ‘cuando el futuro arrinconaba las viejas ideas y el ansia de libertad hacía tambalearse tronos y mundos establecidos’.