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Todavía quedan “Hombres Buenos”

Domingo 20 de septiembre de 2015 

En su última obra Pérez-Reverte se convierte en protagonista y demuestra cómo sus logros como autor nacen de una reflexión sobre la literatura

Mariela Sagel
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La última novela de Arturo Pérez Reverte, que le ha significado un esfuerzo de 3 años de reconstrucción de una hazaña que llevaron a cabo dos académicos de la lengua Española –en una época donde la censura y la doble moral estaban instituidas- en la búsqueda de los 28 volúmenes de la Encyclopédie de D’Alambert y Diderot es una narración de aventuras y de ideas, histórica y posmorderna, y tan portentosa como la trama que desentraña.

Hombres Buenos está escrita con una técnica inusual, donde el autor intercala cómo va reconstruyendo los hechos y a continuación redacta la época en que está narrada. No deja de fascinarnos por lo innovador y también por lo ilustrado de este también académico español.

Al hacerlo, Pérez Reverte se convierte en protagonista y demuestra cómo sus logros como escritor son el resultado de una reflexión profunda sobre el arte narrativo.

Arturo Pérez Reverte tiene a su haber numerosas novelas, tan célebres como La Piel del Tambor , La Carta Esférica , La Reina del Sur , El Pintor de Batallas , y la más reciente, El tango de la guardia vieja (que le tomó 22 años escribir). De igual manera tiene la serie Alatriste , que ha sido llevada al cine y serie de televisión, y numerosos artículos recogidos en sendas compilaciones por temática, uno muy reciente dedicado al gran amor que le profesa a los perros: Perros e hijos de perra .

Fue reportero de guerra e igual corretea por los puentes de Lisboa disfrazado de ‘graffitero’ para sentir la adrenalina de estos artistas urbanos, o paga las rondas de cervezas y tequilas en bares de mala muerte donde se entera de quién es el rey o la reina del narcotráfico en México. Esta novela lo pone a la altura del académico y riguroso historiador que es, que no escatima en recursos para llevar a cabo este inteligente juego entre historia y ficción, utiliza fuentes documentales y también las inventa y en esto se revela el hábil constructor de personajes que es.

LA ENCYCLOPÉDIE

La relación del autor de la novela con el libro prohibido de mediados del siglo XVIII, los años previos a la revolución Francesa de 1789, era un asunto pendiente, pues había estado a punto de comprar una edición –de las primeras impresas— y después la vio en casa de quien finalmente la adquirió.

Al tropezarse con la que estaba en la biblioteca de la Real Academia Española se dio cuenta que era el tema de su próxima novela, y empezó la pesquisa de cómo había llegado allí, quién la había traído y de qué manera.

Los enviados a conseguir esta valiosa obra, por la que arriesgaron sus vidas eran dos académicos tan dispares como buenos: un bibliotecario gordinflón y religioso, y un almirante alto y refinado, solterón empedernido y sobreviviente de batallas.

La Encyclopédie era una obra prohibida en España en forma absoluta y en Francia en forma nominal. Para llevar a cabo su misión tuvieron el beneplácito del Rey Carlos III y de la autoridad eclesiástica de entonces y en el acta que la autoriza lee que se designa a ‘dos hombres buenos’.

Como en todo en lo que hay rivalidades tanto profesionales como personales, se forjaron confabulaciones de otros hombres no tan buenos que quisieron impedir que la misión encomendada a don Pedro Zárate y don Hermógenes Molina se llevara a cabo.

Hubo de todo: duelos, querellas, disparates, batallas campales, paseos por el Sena, tertulias filosóficas y el afortunado encuentro con un abate de ideas incendiarias que pregonaba que era necesario un baño de sangre que precediera a un baño de la razón.

Este personaje acabó en la pandilla de Robespierre y en la guillotina. Sin embargo, ayudó a que los dos hombres buenos enviados por la Española culminaran su encargo con éxito. Los académicos que se opusieron contrataron a un matón de oficio para que impidiera, primero, que llegaran a París, después que consiguieran la primera edición de la Encyclopédie (que era la que buscaban por su autenticidad), posteriormente que pagaran por ella y finalmente, camino a Madrid con su preciada carga, que llegaran a su destino.

Como es dado en las novelas de Pérez Reverte, los vericuetos existenciales se fueron entrelazando con los devaneos románticos y de forma muy sutil se desataron las pasiones, siempre dejando a la imaginación y el encantamiento el desarrollo de los encuentros amorosos.