Prioridades presupuestarias
MARIELA SAGEL
El Siglo, 3 de septiembre de 2012
La semana pasada se discutieron los presupuestos de las diferentes instituciones del Estado, y se escucharon las protestas de las que vieron los montos solicitados no atendidos y reducidos para que apenas funcionen. No se les puede pedir a los atletas que obtengan medallas y hagan dignas representaciones en los certámenes internacionales, si no se les entrena adecuadamente y se les apoya durante todo el año, no solo en vísperas de sus viajes a representarnos. Parece que la mayor parte de lo que al final se le da al deporte es para que viajen los enquistados dirigentes de los gremios deportivos.
Otro recorte drástico fue para el Instituto de Cultura, que apenas subsiste para pagar los salarios de su planilla, pero el Ministerio de Economía alega que se le está dando un presupuesto extraordinario para la Ciudad de las Artes. ¿No sería más adecuado destinar estos recursos a levantar de los escombros los museos y sitios históricos que ya existen, y no crear otro mamotreto que además de afectar un parque natural, no va a tener con qué funcionar? Es una lógica incomprensible, pero más incomprensible es que se diseñen proyectos a futuro, sin reparar los que ya existen, algo que seguramente es más barato y obligatorio mantener.
Una queja que recibimos durante la pasada feria del libro fue que la entrada estaba muy cara. Siempre he dicho que algo es caro o barato relativo a lo que se compare. ¿Era más caro entrar a la feria, por todo un día y disfrutar de sendas conferencias que versaban desde filosofía, literatura, política, hasta moda y gastronomía, que ir a un mall y comprar una frosty, una empanada, un juego mecánico y un antojito en rebaja? Lo dudo, sobre todo en relación al beneficio espiritual que se obtiene. Pero la entrada a la feria no es el negocio de sus organizadores. Atlapa cuesta, aunque se esté cayendo, un montón de plata, y no hubo forma humana de que el todopoderoso ministro de Turismo –que no es tal, sino el más influyente miembro del entorno del presidente— exonerara la actividad, especialmente cuando varias instituciones del Estado participaron, y sobre todo, se puso a Panamá en el itinerario cultural turístico, tal como él mismo solicitó.
Vale la pena preguntarnos si queremos un país o un negocio, como dijo uno de los periodistas que vino en ocasión de la feria. Si luchamos por el país va a ser de todos. Si dejamos que se convierta en un negocio, va a ser de unos cuantos. Y ya sabemos quiénes son esos.