En Panamá pareciera que el progreso no se genera para mitigar la pobreza. Cada vez que alguien ve la oportunidad de coadyuvar al mejoramiento de la calidad de vida de los panameños lo acusan de atacar el ambiente, querer despojar a los vecinos de sus huertos o hasta de envenenamiento. Omar Torrijos pudo hacer las hidroeléctricas que hoy nos salvan de pagar más caro el combustible porque no tuvo que lidiar con un Ente Regulador (o como se llame ahora) lleno de personas que demoran los trámites o los hacen más largos, a fin que unos pocos se sigan enriqueciendo.
Las fuentes alternativas para generar energía en forma limpia en Panamá (como diría el Protocolo de Kyoto) son principalmente la solar, la eólica y las hidroeléctricas. Por ser un país donde el sol siempre sale por algún lado, lo ideal serían los generadores solares, pero ellos conllevan una enorme inversión, que tarda en retornar y desde la liberalización de la generación, la cosa no es tan fácil. En las hidroeléctricas siempre hay un problema de por medio. Como se utiliza un recurso natural (cauce de río) tiene que lograrse una concesión de parte de la ASEP, y allí es donde la puerca tuerce el rabo. Los trámites pueden durar infinitamente, se logran los acuerdos de distribución (PPA) con uno de los dos jugadores del oligopolio que nos rige y podemos perder hasta la camisa en el camino, si no la misma concesión.
La energía eólica es la generada por el viento o por el efecto de sus corrientes de aire. Su utilización data desde la antigüedad, cuando los barcos eran impulsados por el viento y todavía de ella dependen los veleros.
La energía que el viento produce se convierte en eléctrica mediante aerogeneradores. Se considera un recurso abundante, renovable , limpio y ayuda a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero al reemplazar termoeléctricas a base de combustibles fósiles, lo que la convierte en un tipo de energía verde . Sus grandes torres con aspas, que simulan molinos de viento, son representativas de las ventajas que se brindan. Pero estás, para los amantes de los pájaros, representan un peligro.
Panamá importa 70% de su energía, casi todo el petróleo que consume es importado, no produce ni consume todavía gas natural y el 60% de la energía eléctrica proviene de las hidroeléctricas. El resto es generada por las térmicas. Se están haciendo intentos por incursionar en la provechosa generación de energía eólica, tropezando con los interminables trámites y la ignorancia que prevalece a pesar de ser un país con un bajo índice de iliteratos. Todo es cuestión de poder y la naturaleza humana se envilece cuando dota de poder a la ignorancia.
El gobierno dice incentivar y promover el uso de tecnologías ambientalmente sostenibles para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y sus autoridades ambientales apoyan el valor de los créditos de carbono. Sin embargo, para echar a andar un proyecto se pasan la mano el uno al otro y se tienen que esperar años para el inicio de la generación.
La ciudad de Panamá, donde se concentra la mayor cantidad de población, debería poder contar con fuentes de energía alternativa que le permitan tener la suficiente capacidad como para que un edificio ostente grandes vitrales decorativos que a la vez sean paneles solares (hace unos años la Embajada de Canadá presentó en una expo Capac esta innovación) y pequeños molinos sobre las azoteas que le hagan muy poco daño a la abundante población de aves que nos caracteriza.
Así mismo, áreas como Sarigua, que no sirven sino para ser un atractivo turístico, pueden ser poblados de paneles solares que sean generadores potentes. En el campo eólico, entiendo que varios proyectos
están por arrancar, pero sería muy interesante ver en las espesas montañas del Cerro Tute, donde el viento ya no tiene sombra y no para de soplar, sendos aerogeneradores que nos hagan parecer la visión del Quijote cuando embistió contra «los gigantes» que había en La Mancha.
Una iniciativa ejemplar en el Medio Oriente es la torre de Burj al-Taqa. Esta torre será una de las torres más altas del mundo, autosuficiente en términos energéticos. La torre tendrá un sistema de auto refrigeración muy avanzado (usando el agua del mar para refrescar el aire que entra al
edificio), tomando en cuenta que el diseño de la estructura (la torre es cilíndrica por lo que no hay superficies directamente expuestas al sol) y materiales que no permiten que el frío del aire acondicionado se disperse al exterior (la temperatura promedio en algunos días es de 40 grados C).
Además será autosuficiente ya que tendrá una turbina de 60 metros de alto en su azotea que será combinada con paneles solares sobre el edificio y otro juego de paneles solares sobre el mar que se verán desde la torre.
Las constructoras y los responsables de diseños de edificios autosuficientes deberían ser premiadas por sus iniciativas, si es que algún día llega alguien a ser tan creativo en Panamá. Incentivos fiscales, además de créditos de carbono podrían abaratar los costos de estas obras además de incentivar a constructoras a proponer estas ideas. Para referencia, a fines de 2007, la capacidad mundial de los generadores eólicos fue de 94.1 gigawatts.
Mientras la eólica genera alrededor del 1% del consumo de electricidad mundial,[ ]representa alrededor del 19% de la producción eléctrica en Dinamarca, 9% en España y Portugal, y un 6% en Alemania e Irlanda (Datos del 2007).