Por Mariela Sagel, El Siglo, 8 de febrero de 2016
El mismo día que cumplía 65 años Itzel Velásquez perdió la gran batalla de su vida, que ganó la muerte, que la rondaba desde hace más de 15 años. Su salud estuvo comprometida desde entonces por una dolencia hepática que le afectó hasta la visión, pero eso no la amedrentó para seguir produciendo, escribiendo, leyendo y pensando con mayor lucidez.
Periodista y socióloga, educada en España y en Chile, fue una mujer que marcó pautas tanto en su profesión como en el género. Fue la primera directora de noticias de un canal de televisión comercial y una gran guía de muchos periodistas que hoy lloran su prematura partida.
Itzel tuvo la visión de construir un país inclusivo, próspero y moderno y recurría siempre a la investigación histórica y la discusión ilustrada. Era una de las pocas intelectuales que destacó en el periodismo y la literatura sin estridencias.
Siempre se distinguió por su belleza, su agudeza mental y por romper paradigmas, allí donde las mujeres se frenan y sucumben a los prejuicios. No conforme con la sapiencia que tenía, indagó y se educó hasta el cansancio, incluso en los últimos tiempos, en que por su precaria salud no podía acceder a ciertas fuentes de información. Para los días de la invasión a Panamá se le recuerda reportando desde una cabina de teléfono para Televisa y con posterioridad a ese hecho publicó un libro que prologó el Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel (“El final de la tregua”-Editorial Diana.)
Hace cuatro años la editorial Random House, publicó, bajo el prestigioso sello Lumen, su primera novela, “Las mujeres que amaron a Tino Hunter”. Es un relato extraordinario de cuatro generaciones de mujeres a lo largo de la historia política y social del Panamá republicano, incluyendo la reversión del Canal.
Amiga solidaria, profesional insuperable y madre, hija y hermana excepcional, se nos fue muy rápido y muy de prisa, pero solamente se mueren aquellos a los que olvidamos y a Itzel Velásquez no la podremos olvidar.