Domingo 23 de noviembre de 2014
«El cronista y galardonado escritor Martín Caparrós, escribió una radiografía de 600 páginas sobre uno de los problemas más grandes.»
Martín Caparrós es un hombre muy serio. Difícilmente se le arranca una sonrisa. Estuvo en Panamá para una reunión de Oxfam y se aventuró por las autopistas de nuestro país para conocer un poco más del Istmo, que había visitado anteriormente por breves períodos y demasiadas veces para conexiones aéreas. Es argentino (aunque no lo ejerce) pero vive en Barcelona. Es maestro de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), con sede en Cartagena, y ha escrito diez novelas, algunas de las cuales han sido premiadas: Valfierno (2004) por la editorial Planeta; Los Living (2011) –que dice que es la que más le gusta— ganó el premio Herralde, y una muy curiosa que se llama Comí (2013), sobre un individuo que se dedica a la crítica gastronómica. Ha publicado numerosas crónicas y artículos periodísticos e impartido una innumerable cantidad de talleres periodísticos. Con Juan Villoro publicó un libro que es un intercambio sobre el fútbol, durante la celebración del Mundial en Sudáfrica y se titula Ida y vuelta (2012). Estudió historia en la Sorbonne de París, Francia, y ha traducido a Voltaire, a Shakespeare y a Quevedo. Su estadía en Francia fue un auto exilio por las circunstancias políticas que afectaban el país sureño. Martín militaba en un grupo estudiantil de la izquierda peronista y tuvo su primer trabajo como periodista a los 16 años para el diario Noticias . En Europa se dedicó a hacer traducciones y colaboró con El País , de España, y algunos medios franceses. Volvió a Argentina en los años 80. Allí produjo exitosos programas de radio y televisión y desde 1991 empezó a publicar sus crónicas de viaje. También ha actuado en un par de producciones cinematográficas. Su más reciente proyecto, el cual será presentado en la feria de Guadalajara, se titula El Hambre (2014), y es un tratado monumental sobre la situación que enfrentan casi mil millones de personas en el mundo. Sobre este libro, y sus otras vivencias conversó con Facetas .
¿CÓMO TE LLEVÓ LA HISTORIA AL HAMBRE?
Llevo muchos años haciendo reportajes sobre temas sociales y políticos y siempre me interesaron estos tópicos, pero entre 2005 y 2010 trabajé para el Fondo de Población de Naciones Unidas. Allí mi trabajo era contar cada año unas 10 historias en 10 países diferentes, que podían ser sobre migración, problemas reproductivos, cambio climático, y casi siempre lo que veía detrás de estos textos era el problema del hambre. Y decidí contar y entender esta situación e ir a una serie de lugares, cada uno de los cuales me permitiera contar un aspecto diferente, un mecanismo diferente, del hambre. Abarcar las historias de las personas que la sufren pero también el intento de entender los mecanismos, ya que me parece que las historias, sin esa comprensión, son puro paisajismo miserable.
¿QUÉ DIFERENCIAS HAY ENTRE LO QUE VISTE EN BURKINA FASO A LO QUE VISTE EN ARGENTINA?
Son cosas distintas, en la Argentina me interesaba contar de algún modo cómo el hambre funciona no porque no haya alimentos, sino porque algunos concentran toda la riqueza que debería repartirse. Argentina es un caso típico porque es un país que produce alimentos para 400 millones, somos 40 millones y aun así hay gente que no come. Muchas veces la respuesta a eso son mecanismos asistenciales, entrega de bolsas de comida o dinero para comprarlas, subsidios, lo que crean una dependencia hacia el estado, o a los organismos internacionales que se convierte en clientelismo, ya que hay una cantidad de población que no puede producir lo que requiere y a cambio le deben a quienes generan esta dependencia. En Burkina Faso me interesaba saber sobre las plantaciones del algodón y cómo, debido a las intervenciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se habían destruido muchos cultivos y sistemas agrarios en África para reemplazarlos por otros sistemas que lo que hicieron fue empobrecerlos y, como consecuencia, este continente es donde más ha avanzado la desnutrición. Venía de Níger, donde intentaba entender cómo funciona lo que se llama hambre estructural, hambre mental. Níger es un país muy árido, muy poco fértil, donde la cosecha de mijo no alcanza para todo el año. No hay comida generalmente y hay mucha gente que muere por esa carencia. Quería entender esto pero me encontré que Níger es el segundo país productor de uranio, un mineral muy caro, que lo explota una empresa china y una francesa y no dejan nada en el país. Con el dinero que eso produce se pueden pagar sistemas de irrigación y crear mecanismos que garanticen alimentos para toda la población. Es fácil decir que el hambre es estructural, es inevitable, y uno se da cuenta que es parte de los sistemas globalizados. Así intento entender cómo, en diferentes lugares, el hambre funciona.
¿Y QUIÉN FINANCIÓ ESTE PROYECTO? PORQUE PARA QUE HAYAS PODIDO HACER ESTA INVESTIGACIÓN POR VARIOS AÑOS ALGUIEN HA DEBIDO PAGARLA.
Lo financiamos por un lado la Cooperación Española, que pagaba mis viajes, mis desplazamientos, y por el otro yo, que seguía trabajando en otras cosas. El libro salió en Agosto en Argentina, México y Colombia, en enero sale la edición española y de allí se va a ir traduciendo a todas las lenguas.
ES UN PROYECTO AMBICIOSO…
Es muy crítico del sistema capitalista globalizado, la premisa que se maneja es que solo podemos vivir y comer como lo hacemos porque hay muchos que no tienen lo mínimo. En los países ricos se tira la mitad de la comida y eso sobraría para alimentar a los que no comen y encima, se usa la comida para una serie de especulaciones financieras, para grandes negociados, para hacer funcionar el sistema, por eso hay 800 millones de personas que no comen. Yo me considero una persona de izquierda y soy muy crítico del sistema capitalista.
¿ERAS DE LA IZQUIERDA PERONISTA? ¿CRISTINA FERNÁNDEZ TAMBIÉN LO ES?
Ahora dudo mucho del acierto de lo que yo pensaba hace 30 ó 40 años. Cristina Fernández ha hecho un gobierno de centro que no ha cambiado en nada la distribución de la riqueza, con un discurso en el que trata de presentarse como ‘progre’. Con El Hambre trato de analizar un fenómeno global, algo que no hacemos en castellano. En nuestro idioma no nos metemos en temas globales, no producimos libros o trabajos que toquen asuntos que incumben a todos y esta es una manera de contar al mundo lo mismo que hacen los ingleses, franceses o los que escriben en otros idiomas.
VINISTE PARA LA CONFERENCIA DE OXFAM QUE TRATABA TEMAS DE IGUALDAD…
Sí, estuve invitado, participé con mucho entusiasmo así como lo hago para la FNPI y me da mucho gusto que temas como éste se tomen en cuenta para conferencias.
ME LLAMÓ LA ATENCIÓN QUE NO VINO NADIE DE GOBIERNO.
A mí no, ¿por qué vendrían? Quiero que este libro tenga un cierto grado de influencia política. Es una propuesta de 600 páginas llena de análisis, de estadísticas, etc. No puedo aceptar que 800 millones de personas pasen hambre en el mundo.
NO SE INCLUYE A CENTRO AMÉRICA EN EL ANÁLISIS.
Centro América, sorprendentemente, se aparta de los patrones que tomé en cuenta. El peso demográfico era una de las variantes. África y Asia son los continentes más afectados. América Latina no tiene ni el 5% de los desnutridos del mundo. En el equilibrio general, ni Haití ni Guatemala tenían esa variable aguda. En el libro describo el tema de la obesidad, sobre todo en Estados Unidos, que se une a la falta de educación. En algunos casos no es falta de dinero, sino que comen mal. Mi hipótesis es que la obesidad es la malnutrición de los países ricos, así como el hambre es la malnutrición de los países pobres. Si estás en un país pobre no consigues comida, si estás en un país rico consigues comida barata y poco nutritiva que te arruina el organismo. La comida sana es cara. A veces se ponen estos temas como opuestos y son manifestaciones de diferentes condiciones económicas.