Por Mariela Sagel, en El Siglo, 15 de noviembre de 2021.
Las opiniones sobre los resultados de la cumbre del cambio climático son diversas y, como se dice coloquialmente, cada uno cuenta cómo le fue en la fiesta. Creo que es importante que se reunieran tantos mandatarios y se comprometieran a reducir los gases de efecto invernadero e ir abandonando el uso de combustibles fósiles. Pero del compromiso a la acción hay un gran trecho y todos debemos poner nuestro granito de arena.
En la sesión plenaria de clausura de la IX Reunión e la Conferencia del convenio marco de la Organización Mundial de la Salud para el control del tabaco, que se realizó en Ginebra del 8 al 12 de noviembre, los estados miembros escogieron por unanimidad a Panamá como país anfitrión de la X Conferencia (COP10) a celebrarse en el año 2023. Este logro fue posible por la coordinación entre el Ministerio de Salud y la Cancillería. La ley antitabaco panameña, aprobada hace ya varios años, es un ejemplo para muchos países a fin de erradicar este vicio tan dañino para la salud y el medio ambiente.
Esta semana se celebró, como tradicionalmente se hace el 11-11 (11 de noviembre) el día de la reforestación y, en el acto protocolar que congregó al cuerpo diplomático en el espacio destinado a que cada país sembrara un árbol, el presidente de Turquía fue muy enfático en el compromiso de reforestar masivamente el vasto territorio turco, sobre todo las áreas que este año fueron víctimas de incendios. La meta es sembrar, para fines del año, 252 millones de árboles, lo que pone al país euroasiático a la vanguardia de las naciones más verdes del mundo.
Aquí se tiene una consideración muy especial por la naturaleza, y es halagador ver las áreas públicas sembradas con preciosismo paisajístico, además de muchas plantas en los despachos y lugares cerrados y, aunque el clima sea inclemente, se conservan bien porque se invierte en ello. A ver cuántos hemos cumplido con el refrán que en la vida hay que sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.
