La palabra reivindicación es definida como el intento de rescatar la buena fama o reputación de alguien o algo.
La palabra reivindicación es definida como el intento de rescatar la buena fama o reputación de alguien o algo. Pareciera que ese es el intento que se ha propuesto la Corte Suprema de Justicia esta semana, que ha dictado dos fallos a la velocidad del rayo, que estuvieron pendientes durante los casi 5 años de este gobierno que agoniza, y que parece que nos ha torturado por 50 años.
Uno es el que revoca el asilo a la pinchadora de teléfonos colombiana María del Pilar Hurtado. En una maniobra inusual se admitieron recursos que habían interpuesto dos abogados y que dormían el sueño eterno y después de la primera vuelta de las elecciones de Colombia y antes de la toma de posesión del presidente electo Varela han puesto a la señora a expensas de la Interpol. Esto tiene varias lecturas, porque fue la gestión del presidente electo y su ahora ministro de la presidencia designado, los que le dieron la bienvenida, y tal parece que el Presidente Santos, en abierta oposición a los intereses del ex presidente Uribe, llamó al próximo ocupante del Palacio de las Garzas para que enmendara un entuerto antes de su toma de posesión. Todo indica que nuestro país no tiene ni palabra ni dignidad y es vendido o alquilado por servilismo o utilidad a estrategias ajenas.
A fin de la semana también reconsideraron la pena que se le había impuesto a la ex Procuradora Ana Matilde Gómez y los mismos magistrados que la condenaron hace cuatro años –a excepción de unos tres que salieron y el ingreso de otros tres— le redujeron la pena a fin de que pudiera asumir su curul en la juramentación de la nueva asamblea legislativa.
Se dice que justicia tardía no es justicia. El no haber hecho justicia cuando se debía y aun sabiendo que se podía impedir alguna injusticia y no se hizo nada para revertirlo no los exime de su culpa. La Corte Suprema sigue estando cuestionada.