Mariela Sagel
El Siglo, 24 de febrero de 2014
La clase política actual tiene por costumbre responder o contestar a las inquisidoras preguntas de los comunicadores, con agresividad y cierta arrogancia. Se ha ido haciendo costumbre que al preguntársele al vocero de gobierno, al presidente o alguno de sus ministros sobre cualquier tema, señalan indiscriminadamente al “evasor de Coronado” o “el diario de la opo”, sin darse cuenta que de esa manera lo están victimizando. Y el público adora a las víctimas.
Esta semana ha sido particularmente estrafalaria porque no contentos con el espectáculo bochornoso que arruinó la boda de una pareja que se unía en el vínculo del matrimonio, se especulaba si hubo o no trompadas y se desataron los rumores de que el maquillaje para tapar moretones se había agotado en los centros de expendio. El presidente, muy susceptible a cualquier cosquillita que él sienta afecta su cuestionada gestión, la emprendió contra los dueños de inmuebles del Casco Antiguo –contra uno en particular— amenazándolos de mandar a cortar los cables que no estén soterrados y demoler las casas, que no se hayan remodelado.
Después siguió su andanada inaugurando obra tras obra, demostrando que se irá de Palacio sin llegar a ser un atisbo de estadista. La remataron sus adláteres defendiendo la inversión en campos para cultivar azúcar con el fin de producir etanol, que nos metieron de todas maneras el año pasado como aditivo a la gasolina, que sigue estando tan cara como antes y que no ha mejorado el rendimiento del motor del auto.
Ripostar es un galicismo (palabra proveniente del francés) que se usa como sinónimo de responder, contestar o replicar de manera airada. Aunque un término aceptado, se prefiere usar las otras de fuentes españolas.
Pero en el contexto en que los miembros de gobierno responden a las preguntas de los medios, más que replicar o contestar, ripostan, porque caen en el vicio de señalar a otro que supuestamente hizo lo mismo, sin aclarar totalmente la razón por la que ocurren las cosas que les están preguntando. Y no es de ahora, ya viene desde hace unos meses en vista de la falta de argumentos, al colmo de llegar uno de los más deplorables miembros de la Asamblea a besar en forma atrevida a una periodista, como si ese asqueroso gesto fuera la riposta que ella estaba esperando a sus interrogantes.
Yo creo que todos debemos tomarnos un tiempo y revisar nuestros códigos de conducta y de planteamientos a las interrogantes, y elevar el discurso puesto que lo que estamos viendo en la televisión y en la radio, el twitter y demás, es realmente vergonzoso.