Por Mariela Sagel, en El Siglo, 20 de diciembre de 2021.
El escritor colombiano, Gabriel García Márquez, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982, decía en los últimos meses de su vida que “se estaba muriendo gente que antes no se moría”. Gabo, hasta el final de sus días, hizo gala de su gran sentido del humor.
Y es que a diario nos enteramos de que se muere alguien que, o conocíamos muy bien o que eran conocidos a nivel mundial. Murió Vicente Fernández, el gran cantante mexicano que llevó el género ranchero a su más alto sitial y, junto a su hijo, Alejandro, nos deleitaron con canciones románticas. Además de cantante, actuó en más de 30 películas y también en telenovelas.
El fin de semana pasada, recibimos con enorme tristeza que se nos fue el gran pintor Julio Zachrisson, reconocido universalmente como un gran grabador y pintor y que cultivaba un género cínico, cuestionador, y representaba la condición humana, sus emociones, sus conflictos y la muerte. Célebre es su grabado sobre la injustificada invasión a Panamá el 20 de diciembre de 1989, hoy hace exactamente 32 años.
A Julito, como le decíamos muchos de sus amigos, lo recordamos con una mezcla de tristeza y gozo. Aunque no vivía en Panamá su obra siempre fue una referencia. Su mujer, Marisé Torrrente había fallecido hacía una semana. Julio, ciego, pero con la mente clarita, se fue detrás. Con su muerte se cierra un círculo de una generación de artistas plásticos panameños que le dieron rumbo y lugar a la pintura del país. En junio había dejado este mundo el escultor y pintor Carlos Arboleda y en septiembre el gran Mario Calvit, otro de su generación.
Y para rematar con las muertes de famosos, el cantante cubano, Vicente Feliú, fundador junto a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y otros, de la Nueva Trova Cubana, cayó fulminado en el escenario el sábado 18 de diciembre. Definitivamente, se nos están yendo los buenos.