MARIELA SAGEL
La Estrella de Panamá, 27 de Mayo de 2012
A su salida de la Presidencia de la República Oriental del Uruguay, el Dr. Tabaré Vásquez editó un magnífico libro de casi 200 páginas, donde daba cuenta de los resultados de sus viajes, los intercambios comerciales que se habían logrado, los culturales, científicos, tecnológicos y de cooperación, así como las misiones en las cuales se habían involucrado, conocido por sus grandes aportes a la paz mundial.
El documento resume los viajes e intercambios oficiales en los que participó durante su mandato, pero distingue que eran ‘misiones oficiales’ y no viajes presidenciales, ya que éste último tiene una connotación negativa o por lo menos irónica. Para el doctor Vásquez el término viajes es itinerarios, traslados, conexiones y esperas en aeropuertos. Todo lo demás fue trabajo pertinaz bajo el esquema de una nutrida agenda de encuentros e intercambios con gobernantes, dirigentes políticos, empresarios, sindicalistas, referentes sociales, académicos y culturales de otras naciones.
En las relaciones políticas, destaca que el Uruguay buscó inversiones, pero también promover un comercio internacional justo. Persiguiendo esto, se presentó ante el Consejo de las Américas, donde destacó que el camino de las relaciones entre países debe ser bidireccional; pues, el país necesita de la inversión y el comercio, pero debe estar preparado para recibirla y para llevarlo a cabo con éxito. También se reunió con el Consejo de Empresarios de MEDEF Internacional, con sede en Francia. Según Vásquez, sería un error ver a América Latina como pueblos ‘de siesta y de fiesta, porque no nos consideramos más que nadie, pero tampoco menos’.
También estrechó los lazos con sus países vecinos, avanzó en mejorar el intercambio comercial entre España y Uruguay, a la par de profundizar acuerdos entre la Unión Europea y el Mercosur. Traspasó las fronteras de diálogo con Vietnam y con Cuba, lo mismo que con Israel, Arabia Saudita, Corea y con la República Popular China. Justificó cada uno de sus viajes en la cuantificación de las inversiones que se lograron mediante estas misiones y profundizó en las relaciones bilaterales con los Estados Unidos y los demás países poderosos. En las páginas 85 y 86 dos hermosas fotos ilustran su visita al Palacio de las Garzas, donde fue condecorado por el presidente Martín Torrijos, y la ofrenda floral que colocó en el busto del prócer José Artigas, en avenida Balboa.
Sus desplazamientos lo llevaron hasta Nueva Zelanda, para propósitos académicos y comerciales, dado que ambos países son productores de leche y de carne. Con Francia firmó acuerdos de cooperación científica y médica, con la ciudad de Hamburgo enfatizó lo de ser destino portuario común. Por ser médico, fue un orador destacado en un Congreso mundial sobre el Cáncer en Suiza y también consiguió ser la sede de la Primera Conferencia Mundial sobre Control de Tabaco. Hizo mucho énfasis en cumplir los compromisos que adquirió con la UNESCO en torno al Plan Ceibal, que dota de un computador a cada niño y cada maestro. No se limitó a estrechar las relaciones más cercanas, siendo un país que está bastante al Sur, sino en promover un regionalismo abierto, rescató la idea de reeditar el sueño de los próceres para encontrar el camino de la justicia social.
Lo más importante, dio cuenta de cada una de sus representaciones fuera del país, y sus resultados. Gracias a la fina atención de nuestra embajadora en ese país oriental, recibí este valioso libro, que fue editado por la Secretaría de Comunicación institucional de la Presidencia.
Estoy convencida que somos nosotros los que debemos indicar qué exigimos de nuestros gobernantes y una rendición de cuentas de esta índole no estaría de más a la hora de que regresen los mandatarios de sus viajes cada vez más frecuentes. No permitamos que las reacciones sean diatribas incendiarias y confrontaciones estériles.