Confieso que no entiendo la mayoría de los acontecimientos que se dan en este país y allende sus fronteras. El circo político me da pena, los que usufructúan de posiciones de poder pareciera que no miden las consecuencias de sus actos —y no me refiero solamente a puestos gubernamentales—, sino a todo lo que signifique ejercer un liderazgo. Esto es así aquí y también en Honduras.
Esta semana se publicó una encuesta que arroja los porcentajes de popularidad de las personas que están al frente de ministerios y otras instituciones, al igual que la de los funcionarios que fueron electos en las pasadas elecciones. Sorprende que el conductor de un programa donde todo el mundo llora, al que no he visto solamente en un taller de mecánica en horas de trabajo, sea el funcionario más popular del gobierno actual. No sé qué ha hecho al frente del Mides, pero seguramente su aceptación se debe a que tanto él, como la ministra Molinar, que sí ha estado dando resultados, son líderes mediáticos. Estoy segura de que si la cantante de Latin American Idol, un año después estuviera en el Gabinete, también habría obtenido dicha aceptación, sin hacer nada —y seguramente, no yendo a un taller de mecánica, sino a la peluquería—.
Otro resultado que me llama la atención, y que arroja esa medición es el “ permiso para volar ” que le otorgan al presidente como una carte blanche para comprar un nuevo avión. Yo soy una convencida de que el gobierno debe invertir en una aeronave digna para trasladar al presidente en sus viajes oficiales. Pero así mismo recuerdo que ese fue un “ issue ” de campaña, en el que se condenaba precisamente el contar con un avión para la majestad del poder. El asunto es ser coherente con lo que se prometió en campaña. Volvemos a caer en la trampa de decir una cosa y hacer la otra.
El tema de aplicar la Ley Zanahoria, a fin de que se cierren los centros nocturnos en las primeras horas de la madrugada (1 ó 2 de la mañana) tiene una ponderación de 68% de aceptación, pero en la nota explicativa se contradice la eficacia de esa medida, en cuanto a que afectaría el turismo. En este tema, sostengo que Bogotá “ dio la vuelta ”, como se diría en el argot local, al pasar por el doloroso proceso de recuperar tanto la sensación como la percepción de seguridad que la ha colocado como una de las ciudades más interesantes de nuestro continente. Vale recordar que el alcalde Antanas Mockus fue quien se atrevió a dar ese paso y los resultados han sido más que buenos, inclusive para el turismo. Urge que esta medida se tome cuanto antes; no solamente los padres con hijos parrandeando, sino los turistas se sentirían seguros en una ciudad que cada día es más hostil.
Y la pobre República de Honduras, donde existen tantas carencias y desigualdades económicas, parece que seguirá en pausa, mientras no se llegue a un consenso y mientras tanto, el tiempo corre y ya van casi cuatro meses desde el golpe y sigue el “ show ” mediático que se ha montado alrededor del presidente depuesto. Allí también se aplica lo que señalé al principio, que los líderes o personas con poder no deponen sus intereses en beneficio de los colectivos.
Me encanta entender las líricas de los cantantes que son poetas y por esa razón, siempre ando divagando en frases cajoneras que les escucho a algunos de mis preferidos. “ El pensamiento no puede tomar asiento ” es parte de la canción De paso, de Luis Eduardo Aute, ese extraordinario cantautor, poeta, director de cine y hasta pintor, nacido en Filipinas, de padre catalán —recientemente lo vi arrebolada en el concierto por la Paz con esa suave voz— nos debe enseñar, como personas responsables, que estamos permanentemente en guardia ante todo lo que nos pasa alrededor, sea de nuestro interés o si nos afecta, o no.