MARIELA SAGEL
El Siglo, 13 de junio de 2011
La ciudad está sumida en un caos que hasta cierto punto es necesario, por los múltiples trabajos que se están llevando a cabo al mismo tiempo, para mejorar las infraestructuras viales –léase el Metro – y otras adecuaciones que seguramente estarán mejorando la calidad de vida de todos los que aquí residimos, pero que seguramente no vemos que es así cuando estamos en el infernal tranque. Se están soterrando los cables de electricidad y teléfonos en algunas áreas y se siguen rellenando los huecos con asfalto, lo que para muchos no es la solución, porque apenas le cae un poquito de agua a ese parche, el mismo revienta.
Yo siento que todos estos trabajos son necesarios y que aunque se hagan los fines de semana, van a causar malestar a todos los que rodamos de manera inclemente por estas calles de Panamá. Igual pasó con la construcción de la Cinta Costera y ahora todo el mundo la disfruta. El Metro está 10 años tarde y no sé cuántos cientos de miles de carros más hay en las calles como para que no afecte la movilidad, así que como quien dice, a aguantarse la mecha.
Sin embargo, sugiero que al tiempo que haya más coordinación entre los estamentos tanto estatales como contratistas privados para la ejecución de las obras necesarias para dotar a esta ciudad de una infraestructura digna que soporte el galopante crecimiento de la urbe, de la misma manera debe haber de nuestra parte una consciencia más cívica y cordial para automovilistas, los diablos amarillos ‘no voy’, los buses y los peatones. Si por ejemplo, tengo que hacer un mandado a una corta distancia, vayamos a pie, o hagamos ‘car pool’ que es tan usado en tantos países, y es ponerse de acuerdo en una barriada o edificio, y usar un solo automóvil para ir al mismo sitio entre varias personas. Nada nos cuesta y ahorramos gasolina, tiempo y rabietas.
Es difícil luchar contra la actitud de los ciudadanos que se creen los dueños de las calles una vez están frente a un timón de manejo, guindados del pito como si eso moviera autos. El grado de contaminación auditiva es terrible y solamente hace daño al que lo ocasiona. Cambiemos esa actitud de ‘poco importa’, cedamos el paso a transeúntes y otros carros y programemos nuestros desplazamientos de un lado a otro con suficiente tiempo para llegar a tiempo sin llegar tarde.