Publicado en el Siglo, el 27 de diciembre de 2022.
El año que acaba de terminar no fue de los mejores, porque vivimos con el fantasma de la agresión bélica rusa contra Ucrania, que no ha dejado de preocupar de que se convirtiera en un conflicto mundial y del cual, debido al desarrollo de la tecnología, no se libraría ningún país.
En febrero se cumplirá un año desde que inició este conflicto y no tiene visos de que vaya a terminar pronto.
Preocupa que en este invierno que acaba de empezar formalmente (el 21 de diciembre, según los astros) les vaya a faltar a algunos países tanto el combustible para calentar sus viviendas como los granos básicos para la alimentación.
Türkiye se ha erigido en un mediador sin igual en el tema de granos, permitiendo un corredor de ellos, que siempre está sujeto a las caprichosas decisiones del mandamás ruso. Debemos ser solidarios con los que dependen de estos rubros básicos para la supervivencia.
Por lo demás, hemos visto elecciones en los que han ganado los que uno menos esperaba, acciones como las de mujeres contra el velo en los países árabes, atentados brutales y, sobre todo, desastres naturales debido a que no hemos comprendido todavía la gravedad del cambio climático.
El año que pronto empezará debemos esperarlo con esperanza, pero con cierta aprehensión por lo que pueda venir y estar cautelosos en cómo nos pueda afectar. Coadyuvar en lo que podamos a que se alivien los conflictos, practicar una cultura de paz y respeto por el prójimo, en todo sentido, tanto en sus pensamientos como en sus creencias y haciéndonos respetar igualmente. Como decía Benito Juárez, “el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Se avecinan nuevos retos y debemos estar en la mejor disposición de asumirlos, con humildad, pero con decisión.