Por Mariela Sagel
En el cine no nos fue tan mal, a las finales. Pudimos ver en las salas comerciales El Perfume, la tan esperada película del libro homónimo del alemán Patrick Suskind. A inicios del año, como en una buena racha, se presentó El Laberinto del Fauno, de Guillermo del Toro (ganadora de 3 Óscares) y Letters from Iwo Jima, película japonesas dirigida por Clint Eastwood.
La Fiesta del Chivo, basada en la obra del mismo nombre del peruano Mario Vargas Llosa y El Amor en los Tiempos del Cólera, otra vez del Gabo y con unos estruendos de Shakira, se presentaron en estampida a fines del 2007. Sobre esas películas habría material para escribir sendos artículos pero lo dejo para los expertos. Yo insisto en seguir siendo una “diletante cultivada”. También dejo sentada que no me gusta el cine comercial per se, con contadas excepciones, donde puedo llorar a mares o en películas como Leones por Cordero o el Diablo Viste a la Moda, ambas con Meryl Streep.
Las artes plásticas mantuvieron su ritmo, sin aspavientos y sin nada que nos sobresaltara. Buenas exposiciones de panameños residentes en el extranjero trajo Galería Habitante (Susana Arias, David Solís, Raúl Ceville y Arístides Ureña Ramos, entre otros) además del resurgimiento de la colombiana residente en Panamá Alicia Viteri y las esculturas de Olga Sinclair en Mateo Sariel. Arlene Lachman siguió con su febril actividad, esta vez cambiándose a un nuevo local, igual de inaccesible que el anterior pero la gente va, de todas maneras, y celebramos la apertura de un nuevo espacio, la Maison d’Arte, del buen amigo Reinier Rodríguez en pleno centro de Obarrio, sobre la Avenida Samuel Lewis.
En música popular también hubo su esfuerzo. Lo más importante (para mí) fue el concierto de Pablo Milanés en marzo, pero como soy enemiga de ir a Figalli, me perdí buenas bandas (que no buenos conciertos, ojo) y así mismo dejé de ir a los conciertos de Kenny G, Diego Torres y el inaccesible de Gloria Estefan (en Atlapa, pero eso es harina de otro costal). Diego El Cigala se presentó en la feria del libro, pero en lo que a mí respecta, no estaba para conciertos sino para degustar literatura. Entiendo que a la gente le gustó mucho.
Los poetas celebraron en grande su día Mundial de la Poesía, tanto que hasta di gracias que pasara porque ya me tenían fritos de tanta publicidad, y el Concurso Literario Ricardo Miró volvió a premiar a unos viejos conocidos, como Rafael Pernett y Morales, el gran Neco Endara y Luis Pulido Ritter, entre otros. El certamen no estuvo libre de escándalos en el género de poesía y se reconoció, post mortem, el aporte literario que hizo la buena amiga Mireya Hernández a las letras.
No puedo decir que en teatro estuviéramos como en Broadway, pero Chicago fue un gran esfuerzo tanto para su productores como para el elenco. Pero es como dice mi admirado periodista, hay una falta de costumbre de una programación cultural continua y de calidad. No solamente hay que tomar en cuenta el esfuerzo, hay que crear conciencia que la cultura no es un lujo sino el alimento del alma para los pueblos. Como dice el artículo citado, la cultura oficial es una mezcolanza de actos folclóricos, puestas en escenas para lucimiento de políticos y malas impresiones que han generado un agujero en la capa de ozono cultural más grande que el propio istmo (sic). Ser cultos para ser libres, sentenció José Martí y por allí hay que empezar. Hay que convertir el lujo grosero de Multiplaza en un Museo de Bellas Artes al estilo mexicano, para que sea destino de las familias el fin de semana y los niños aprendan algo más que consumir a diestra y siniestra.
Me faltan un montón de manifestaciones artísticas pero este espacio ya no da para más y no creo que me publiquen una tercera entrega. Ojalá que el 2008 establezca una costumbre de actividad cultural continua y de calidad.
Publicado en La Estrella de Panamá en el año 2008
9 de enero de 2008