UN PREMIO NOBEL PARA LA MUSICA
Por Mariela Sagel, El Siglo, 17 de octubre de 2016
El esperado 13 de octubre, que se daría a conocer en quién recaería el Premio Nobel de Literatura, llegó fulminante con una noticia sorprendente: era para el cantautor estadounidense, Bob Dylan. Lo interesante del asunto es que no recuerdo desde cuándo no se levantaba una polémica tan antagónica por un premio a las letras, en contra y a favor. Un grupo de escritores panameños emitieron sendos mensajes exhortando a protestar –como si a Panamá le fueran a hacer caso, si no tenemos ni un solo ganador ni de Nobel, ni de Premio Planeta, Alfaguara, Casa de las Américas o cualquier otro importante–.
Las casas de apuestas tenían 5 favoritos entre los que estaban el eterno aspirante Phillip Roth, también judío y también estadounidense; su compatriota Joyce Carol Oates; el japonés Haruki Murakami; el poeta sirio Adonis y el keniano Ngugi wa Thiongo. No escapaban de las especulaciones los escritores Milan Kundera (checo), Claudio Magris (italiano) y Amos Oz (israelí). Pero el ganador fue Robert Allen Zimmerman, mejor conocido como Bob Dylan, que fue premiado por haber creado una nueva narrativa poética dentro de la gran tradición musical americana. Su más conocido éxito es “Like a Rolling Stone” y en sus líricas se han inspirado toda una pléyade de cantautores en varias lenguas, empezando por el español Joaquín Sabina.
Yo estoy de acuerdo que se premie a un poeta que canta, porque creo que es mucho más difícil componer en rima con un alto contenido en sus mensajes, que sentarse a explicar en un texto largo un sentimiento. También estuve de acuerdo que el año pasado se le concediera a una periodista, algo que los puristas han criticado agriamente. Lo importante es el dominio de la palabra y el respeto por el idioma. Su contribución a la música ha sido el entendimiento de que la lírica no tiene que seguir las reglas de los discursos comunes. Su música ha inspirado a que los compositores combinen las palabras de manera inusual e interesante.