Por Mariela Sagel, en El Siglo, 8 de agosto de 2021.

     La ministra de Relaciones Exteriores, que es un orgullo para nuestro país por su estilo, su porte y sus puntuales aseveraciones, ha anunciado que se empezarán negociaciones con Colombia para el asunto de los migrantes.

     Este tema es de larga data, porque ahora es el paso de muchos ecuatorianos, cubanos, africanos, y toda clase de nacionalidades, que quieren llegar a los Estados Unidos.   Sin embargo, anteriormente fue la sombra gris donde los refugiados de los paramilitares que pululaban por el área dejaban a buen recaudo.  Si no uno acerca a esos sitios es más el dejo colombiano que se escucha que el panameño.

     Allí asentaron sus familias para protegerlos de las hordas paramilitares y formaron hogares.  Cuando estos malditos querían amedrentarlos, atacaban y arrasaban poblaciones enteras.  Es una gran noticia que tanto nuestra canciller como la ministra de gobierno hayan decidido tomar cartas en el asunto porque el principal problema radica en que los colombianos salen libremente de Colombia, (y ahora el resto de los migrantes) porque entran libremente a Panamá.  No hay frontera definida, no hay puestos de migración, aduana, salud, y demás controles que son fundamentales en este flujo de migrantes indocumentados, que representan una gran carga para el estado que los atiende y garantiza sus derechos humanos.

     Hace falta una seria voluntad política para que esto se de con la debida coordinación con las entidades mundiales que velan por los derechos de los refugiados, como ha sido el caso de Turquía, que tiene más de 5 millones de sirios integrados a la sociedad turca, con todos los derechos, coordinados por Naciones Unidas y el apoyo de la Unión Europea.

     Enhorabuena por esta decisión del gobierno panameño de tomar cartas en el asunto de los migrantes que, a través de Colombia, quieren seguir hacia el norte, buscando mejores condiciones de vida.