VAMOS EN REVERSA
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 8 de mayo de 2016
Varios asuntos sensitivos han desviado la atención sobre los #MossackFonseca Papers por un par de días, y ambos tienen que ver con el desarrollo intrínseco de nuestra nación, en el preciso momento en que se nos cuestiona el modelo de negocios que hemos llevado hasta ahora. Me refiero al nulo apoyo a las artes y la cultura, por un lado, y a la ciencia y desarrollo de la tecnología por el otro. Éstas son las bases para avanzar hacia la modernidad, desde los tiempos del Renacimiento, y que fueron el verdadero origen de ese movimiento que se escenificó en Europa en los siglos XV y XVI y que permitió la transición de la Edad Media a la Edad Moderna. Sus principales exponentes se encuentran en el campo de las artes, pero también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas.
El manejo desafortunado que se le dio a la condecoración Rogelio Sinán, que se otorga cada dos años, nos recuerda lo que le pasó al también poeta César Young Núñez en el 2014. En aquella ocasión, la entonces directora del INAC, de ingratísima recordación, le envió al poeta una nota diciéndole que en vísperas del torneo electoral y por el luto que embargaba a la institución por la muerte del escritor Gabriel García Márquez, se posponía la entrega de esta distinción, instituida por ley 14 del 7 de febrero de 2001. En primer lugar, ¿qué tenían que ver las elecciones prontas a celebrarse con la muerte del Gabo? En segundo, no recuerdo ninguna delegación panameña oficial que haya ido a los funerales del autor de Cien Años de Soledad. Estaban metidos hasta la coronilla en la campaña para poder perpetuarse en el poder y seguir embarrándonos como lo estamos ahora.
En el caso de la entrega de la condecoración este año jugaron primordial importancia la incompetencia y falta de planificación de la entidad rectora de la cultura. Una pinche medalla, que se puede ordenar con suficiente tiempo, un pergamino que le hace falta una firma, la del presidente que por supuesto, ni se le ocurrió estar presente en el acto –si fuera para un cura estaría en primera fila— pero lo de los fondos de los cheques sí es imperdonable porque, como dijo Juan Carlos Tapia en su programa, el que maneja la chequera debe asegurar que los fondos están disponibles. Las explicaciones han sido peores que las afrentas. Si cuando lo de César Young organizamos un acto de desagravio y lo llamamos “El Sinán de los indignados” en esta ocasión debería ser “El Sinán de los incompetentes”. El INAC es tan poco confiable en términos de ejecutorias, que aun sabiendo que tiene que tener listos los libros premiados del concurso Ricardo Miró para agosto, a veces ni llegan a tenerlos por desidia, por la costumbre de sus encargadas de publicaciones a figurar y no hacer su trabajo.
El otro caso desafortunado ha sido la renuncia del Dr. Jorge Motta al frente del Senacyt. En una larga carta que ha circulado a través de las redes sociales y autorizada por él mismo, explica que el Ministerio de Economía le ha reducido su presupuesto y cancelado varios de sus programas de investigación, lo que crucifica la misión que tiene esa entidad que fue creada en 1997 con el objetivo fortalecer, apoyar, inducir y promover el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación para elevar el nivel de productividad, competitividad y modernización en el sector privado, el gobierno, el sector académico-investigativo, y la población en general. Sin investigación científica, tecnológica ni creatividad para innovar, no hay mole de concreto ni carreteras, puentes o metros que aguanten un crecimiento, como del que nos vanagloriamos en Panamá.
Triste realidad la que vivimos, los dos ejes fundamentales donde se debe apoyar el desarrollo como país, la ciencia y el humanismo, son despreciados, relegados a una simple cuestión de afición o “snobismo”. Este desprecio y la forma tan absurda en que se manejan los otros temas de estado están llevando a pensar a muchos que Mireya Moscoso era una estadista. Con todo y sus andrajosos vestidos.