Lunes 5 de enero de 2015

También entró el verano, y espero que no sea temporal, en la Procuraduría, que fue como una butaca de mal agüero en los últimos 5 años

La entrada voraz de un caliente verano se siente en los cielos despejados, la brisa fresca y la todavía verde vegetación que destaca la floración a destiempo de los guayacanes aquí y allá. Se dice en política, cuando hay un receso y acontece un cambio o se permite una apertura, que hay ‘un veranillo democrático’. Ese veranillo parece que ha empezado a inicios de este nuevo año, primero por la entrada del nuevo Contralor a un campo que fue una tapadera desde que la saliente funcionaria que ocupó ese puesto fue traída del supermercado. Nunca ha rendido cuentas, ni siquiera con el estrafalario censo del 2010 que, hasta la fecha, no ha arrojado cuántas personas somos y a qué nos dedicamos, información muy importante para planificar, sobre todo, recibiendo tantos inmigrantes que se dedican a diferente profesiones. Mucho menos lo hizo con los desembolsos sin escrúpulos que permitió para el Ministerio de Economía, para la Asamblea, para muchas instituciones que se ha probado que dilapidaron millones de dólares en la fracasada campaña política reeleccionista del partido Cambio Democrático. Y sin reparos y con un estoicismo descarado se presentó en la Asamblea, y no respondió ni rindió cuentas por su gestión cuando fue llamada a ello.

También entró el verano, y espero que no sea temporal, en la Procuraduría, que fue como una butaca de mal agüero en los últimos 5 años, primero sacando a la fuerza a la hoy Diputada Ana Matilde Gómez, de allí pasó a manos de un anodino abogado que estaba más interesado en tomarse fotos con su perrito, después al hoy Presidente de la Corte, cuyo descaro supera a la de la excontralora, señalado en el caso de Financial Pacific sin que se dé por enterado y después la señora que acaba de salir, cuyo ‘dossier’ es casi tan escabroso como oscuro. Tenemos esperanzas que la nueva procuradora empiece a enderezar esta institución, pero le va a tocar muy duro y hay que apoyarla.