Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 24 de octubre de 2021.
A pesar de que conozco muchos sitios de España, nunca había estado en Valladolid, donde muchos panameños han estudiado y donde la historia reclama su importancia ya que fue sede de la corona en algún momento. A mí me interesaba mucho visitarla por razones, si se puede decir, literarias, ya que Miguel de Cervantes Saavedra había vivido allí y me leí un estupendo libro de uno de mis escritores favoritos, Juan Eslava Galán, titulado “Misterioso asesinato en la casa de Cervantes”, que ganó el Premio Primavera de Novela en 2015.
Valladolid está a una distancia de unos 200 km desde la capital española, Madrid, y es un municipio capital de la provincia del mismo nombre, sede de las Cortes y del gobierno autonómico de Castilla y León. Con aproximadamente 300 mil habitantes, se le puede recorrer fácilmente a pie y la mejor forma de llegar es por tren rápido. Es elegante, tranquila, plana y llena de monumentos importantes. Tiene todas las tiendas de moda, restaurantes y entretenimiento para que uno no se aburra.
En la edad media fue, como mencioné anteriormente, sede de la corte de Castilla y en ese tiempo su auge fue en ascenso, celebrándose ferias y eventos de prestigio. Destacan de ese tiempo la Iglesia Colegial, que fue elevada a rango de Catedral en 1959, la Universidad, la Real Audiencia y la Casa de la Moneda.
Durante el reinado de Carlos I fue la capital política, y entre 1601 y 1606 capital del Imperio Español hasta que ésta se desplazó definitivamente a Madrid. Valladolid tenía una poderosa industria harinera y metalúrgica, que se vió reforzada una vez llegó el ferrocarril a su centro. El Banco de Valladolid se fundó en 1857. Alrededor de esos años también se estableció el decano de la prensa diaria española, El Norte de Castilla. Después de la guerra, se han ido instalando varias industrias, entre ellas la automovilística.
Es en esa ciudad donde se casaron los reyes católicos, Fernando II de Castilla e Isabel de Aragón, en el palacio de los Vivero, el 19 de octubre de 1469 y donde nacieron otros miembros de la nobleza que después reinarían: Enrique IV, en 1425, llamado también “El impotente”, Felipe II, en 1527, apodado “El prudente”, Felipe IV en 1605, conocido como “El Grande” y Ana de Austria, que fue reina de Francia, en 1601. También fue el escenario donde el portugués Fernando (o Hernando) de Magallanes firmó las capitulaciones de la primera circunnavegación del mundo que llevó a cinco naves a partir en 1518 desde Sanlúcar de Barrameda, bajando por el río Guadalquivir, a darle la vuelta al mundo, encontrando el estrecho que conecta los dos océanos al sur del continente americano y muriendo éste en manos de nativos de Filipinas. Esta aventura la culminó Juan Sebastián Elcano, que regresó solamente con la Nao Victoria casi tres años después.
En Valladolid también murió Cristóbal Colón y se dice que allí está enterrado, aunque eso no lo pude constatar. Cervantes, mientras vivía allí terminó de escribir su obra cumbre, Don Quijote de la Mancha. También fue a dar allí Francisco de Quevedo para trabajar en sus obras y establecieron talleres los más renombrados orfebres del Renacimiento hispano.
RECORRIENDO VALLADOLID
Con una bien montada oficina de turismo, es un goce visitar a pie esta ciudad que concentra en su casco antiguo un conjunto maravilloso de palacios, casas nobles, iglesias, plazas, avenidas y parques. Edificios que forman parte del patrimonio museístico de la ciudad son el Museo Nacional de Escultura, el de Arte Contemporáneo Patio Herreriano, el Museo Oriental, así como las casas-museos de José Zorrilla, Cristóbal Colón y Miguel de Cervantes Saavedra.
La casa de Cervantes es conmovedora, pues se conserva el ambiente en que vivía él con sus hermanas, sobrina y su hija. Está en el barrio de Carnicerías y es casa museo, cuidada con celo y donde se pueden apreciar las pertenencias y costumbres de la época en que residió el gran autor español, padre de la lengua castellana. Sus hermanas eran conocidas como “Las Cervantas” y se dice que tenían fama de licenciosas, por el trato con los hombres, así como el tipo de vida que llevaban. Por extraño que parezca, sabían leer y escribir, lo que no era común entre las mujeres de esa época.
En la novela de Eslava Galán, “Misteriosos asesinato en la casa de Cervantes” a la que me he referido, hay ficción y realidad, porque el hecho ocurrió, ya que una vecina, tirándose de beata, acusó a Cervantes de la muerte de Don Gaspar de Ezpeleta. A Cervantes lo meten preso y sus hermanas confinadas a casa por cárcel. La novela se basó en el “Proceso de Don Gastar de Ezpeleta”, conservado en la Real Academia de la Lengua, y que denota que don Gaspar era bastante dado a amoríos y tenía una relación con la esposa de un escribano, que posiblemente quiso vengar su honor contratando a algún espadachín a sueldo.
Otro monumento digno de ver es el dedicado a Cristóbal Colón, obra del artista Antonio Susillo, e inaugurado en 1905, que recuerda a la figura del descubridor de América. A pesar de que el genovés murió en Valladolid, el 20 de mayo de 1506, apenas en 1968 el Ayuntamiento decidió levantar una casa en estilo gótico-isabelino que reproduce la casa de Diego Colón, hermano menor del almirante, ubicada en la ciudad de Santo Domingo, República Dominicana, que es hoy lo que se conoce como Museo de Colón.
Valladolid es una ciudad vibrante. Anualmente se celebran las fiestas de Semana Santa con el rigor con que se hacen en todas las ciudades españolas. También se ha instituido una Semana Internacional de Cine de Valladolid, la Feria Internacional de Turismo de Interior, un Concurso Nacional de Pinchos y Tapas, y el Festival de Teatro y Artes de calle.
Debido a su posición estratégica y las vías de comunicación que acceden a la ciudad, es un nodo logístico en el Corredor Atlántico europeo lo que beneficia enormemente al polo industrial que representa Castilla y León.
Una visita a esta simpática ciudad vale la pena para admirar lo bien cuidada que está, lo bien diseñada y trazada, la tranquilidad que se respira y, sobre todo, las referencias históricas que le adornan.