07-26-2009 | MARIELA SAGEL*
La palabra “agorera” es utilizada para anunciar catástrofes, y se les atribuye a aquellas personas que son pesimistas, que predicen un mal final.. sin haber visto todavía la solución. Tiene una relación directa con la muy conocida frase de ser un “ave de mal agüero”, pues la misma raíz la vincula.
Es así como desde ya se han alzado algunas voces, que además de ser agoreras, se esconden bajo el anonimato y han empezado a circular toda clase de ideas agoreras sobre la próxima celebración de la Feria Internacional del Libro, en su quinta versión. Se adelantan a vaticinar que la feria será una venta más de libros de autoayuda o sensacionalistas, como el que más se vendió en la feria pasada y que se descuida la promoción de la buena lectura.
Se equivocan en señalar que la feria debería ser un evento educativo más que comercial. Las ferias, por su naturaleza son eventos comerciales y lo que se busca, desde todos los puntos de vista, es vender. Por supuesto que debería ser el derrotero de todos elevar el nivel de este intercambio, pero eso empieza precisamente cuando se apoyan actividades como éstas y se transmite publicidad que induzca a los cambios en los patrones culturales: en vez de una cuña de alguien viendo TV, una persona en una hamaca leyendo un libro, aunque éste sea de Cohello.
La Quinta Feria se celebrará en Panamá del 19 al 23 de agosto y el país invitado es Perú. El gobierno nacional solo ha dado $25 mil (ni cerca de los 4 a 5 millones que se le regalan al carnaval sin ningún áudito y por menos tiempo) y la Alcaldía de Panamá, como ha sido su tradición, ha brindado todo el respaldo desde antes del cambio de mando. Los medios de comunicación son también patrocinadores, y su apoyo está precisamente en el espacio que le dan a las cuñas publicitarias que se transmiten, que los detractores llaman “publicidad inútil”.
El resto de los patrocinadores son empresas privadas, cuyo apoyo proviene precisamente de la decisión de sus directivos que creen en el evento porque les interesa la lectura, o simplemente, editoriales que saben que ese evento ferial constituye un importante escenario para el progreso de la industria del libro en la Región, tal como lo es Colombia, México y Argentina, por no irnos del otro lado del océano.
Como en todos los movimientos culturales, se dan corrientes de una y otra orientación, que distorsionan a los ojos de los demás los verdaderos propósitos que se persiguen. Es así que las voces agoreras se han anticipado a predecir que en la feria solo se venderán libros de autoayuda y literatura chatarra. En realidad, en esta feria me anticipo a decirles que no solo se van a comercializar los libros de autoayuda, sino de pitonisas, esotéricos, cábala, cocina gourmet, novela negra, novela rosa, historia, humor, música, guerrilla, bloggers, costumbres panameñas, libros infantiles y muchos más, que si bien pueden estar guardados en un sótano húmedo llenándose de moho, también vendrán de las principales casas editoriales como primicias dentro de un movimiento que cada día le es más difícil sobrevivir, compitiendo contra los medios electrónicos. Así que esas voces lo que deberían es coadyuvar a que los organizadores de esta fiesta cultural hagan un mejor trabajo y no se permita que la feria decaiga, sino que se enrumbe y posicione como un marco de referencia en la Región, especialmente por nuestra ubicación geográfica y por las ventajas que ofrece nuestra economía.