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Y LLEGÓ EL LOBO

Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 15 de marzo de 2020

     Hace un par de semanas publiqué un artículo que titulé “Histeria Mundial”, en el cual me refería a la alarma en todos los países que está causando el virus conocido como COVID-19 y hacía una referencia de un libro, publicado hace cuarenta años, cuyo autor, como un moderno Nostradamus, adelantaba una guerra biológica para este año mediante un virus que se esparciría desde China.  El domingo pasado también alerté de la rumorología y los “fake news” ante esta inminente pandemia, que no demoró en llegar y alterar el ritmo del país.

     Lo que hemos vivido esta semana es inédito, por lo menos para mí, con el cierre de las escuelas, la cancelación de los eventos masivos (especialmente el Verano del Canal, en el que iba a cantar Rubén Blades), la suspensión de toda actividad que congregue personas y el bombardeo de las medidas sanitarias que se deben adoptar.  Como ahora tenemos redes, también hemos estado leyendo críticas injustificadas al manejo responsable que ha hecho el gobierno nacional ante esta pandemia (ya declara así por la Organización Mundial de la Salud).  Que si la ministra no habla bien porque no termina de pronunciar las palabras, que si los demás funcionarios no se saben expresar.  En fin, siempre es buscarle la quinta pata al gato cuando lo que se debe hacer es respaldar lo que están haciendo las autoridades, que son las responsables de velar por la seguridad del país y lo están haciendo muy bien.

     Definitivamente que esta experiencia que estamos viviendo es aleccionadora, en especial por la forma en que reacciona la mayoría de la gente: La mentalidad de rebaño se exacerbó el martes, cuando mucha gente se abocó a comprar víveres y otros implementos en los supermercados al punto de que el papel higiénico era uno de los productos más demandados.  El periodista Álvaro Alvarado escribió en Twitter que es un virus respiratorio, no intestinal. Y yo agrego aquí que pareciera que la prioridad es tener el trasero limpio, no las manos.  Con la aglomeración en las tiendas de expendio, lo que se hace es congregar a mucho público y aumentar los riesgos de contagio.

     En lo que me ha tocado vivir, y parafraseando a la escritora española Rosa Montero que enumeró su experiencia de vida en un tuit, recuerdo vagamente los acontecimientos de enero de 1964 porque estaba muy pequeña, también el golpe de estado de 1968, una juventud y adultez como testigo de momentos históricos para nuestro país, como fue la negociación y firma de los tratados Torrijos Carter, la degeneración de la Guardia Nacional, la cruzada civilista, la crisis económica y cierre de los bancos en 1988, la cruenta invasión de Estados Unidos a nuestro país, la transferencia del Canal de Panamá a nuestras manos, y ahora me toca una peste.  Y que tiene a todos al revés, y las calles de la ciudad, siempre tan congestionada, están desoladas, como si estuviéramos en fiesta de guardar.

     El presidente de Estados Unidos, siempre tan folklórico, ha prohibido la entrada a su país de todos los vuelos que vengan de Europa, a excepción del Reino Unido (no sé muy bien por qué) lo que alerta a nuestro aeropuerto el que miles de pasajeros, que quieran volar a ese país, lo hagan mediante los vuelos directos que desde aquí salen. El pelirrojo de la Casa Blanca acusó a la Unión Europea de no poner restricciones a pasajeros procedentes de China, desconociendo que Italia las había impuesto, y es el país europeo más afectado. Su inmensa ignorancia denota el fracaso del sistema de salud de esa nación.

Disney cerró los parques de París, California y Florida temporalmente, las Ferias del Libro de Bogotá, Buenos Aires y Madrid han pospuesto la celebración de sus esperados eventos y acciones similares están pasando en todo el mundo.  Juegos, campeonatos, congresos, hasta las celebraciones religiosas como misas y cultos, han sido suspendidas.  Estamos ante un verdadero fenómeno que, por lo menos a mí, no me había tocado vivir.  Políticos importantes de países desarrollados han dado positivo a las pruebas del virus.

     Guardar la calma, extremar las medidas de higiene, no exponerse innecesariamente y cuidar a la población vulnerable, como son los adultos mayores es nuestra responsabilidad, sin alarmismos y sin esparcir bulos que solamente crean desasosiego.  No me canso de repetir que cualquier reenvío de WhatsApp, un retuit o un comentario en alguna otra red debe ser verificado de que provenga de una fuente confiable, para que no se participe de la desinformación.  Todos debemos hacer nuestra parte y no contribuir a la histeria y contener la mentalidad de rebaño.  Recordando la canción “Cerrado por derribo”, de Joaquín Sabina:  Este virus que no muere ni nos mata.  Así estamos.