Yo abdico, tú abdicas…
MARIELA SAGEL
La Estrella de Panamá, 21 de julio de 2013
Quise hacer un análisis comprensivo de la carta del ministro Guillermo Ferrufino, pero prefiero dejar esa tarea a los expertos en la lengua española. Sin embargo, no puedo resistirme a comentar la verborrea sin sentido que utilizó el aspirante a candidato a alcalde, porque mi primera reacción cuando leí la nota es que había sido escrito por un analfabeta sublimado.
Es conocido que muchas cartas o notas no las hace el funcionario de su puño y letra (o de su teclado y dedo) y tiene entre su equipo de trabajo un par de ‘escribidores’ que le redactan sus discursos y manejan su correspondencia. Pero la última palabra siempre la tiene el que firma; es decir, si no hace sentido lo que se ha escrito, si no es coherente y sufre de un atragantamiento de léxico incomprensible, se corrige y hasta que no satisfaga al ministro, éste no la firma.
Es incomprensible que el ministro diga que sus ‘condiciones de salud, han imposibilitado llevar a la práctica la planificación de las tareas que nos habíamos emprendido’. Debería haber dicho ejecutar o llevar a la práctica las tareas. O seguir cumpliendo la planificación de las tareas.
Sigue en el primer párrafo con la cantinflesca frase ‘mi decisión de abdicar a la aspiración política como alcalde para las elecciones de mayo de 2014’. El señor Ferrufino no era aspirante a alcalde, era aspirante a la candidatura de alcalde, primero tenía que ir a primarias. Parece que quien corre en las primarias es decisión del mandamás de su partido —o de sus allegados—.
La palabra ‘abdicar’ se la han rebuscado como una aguja en un pajar. En cuanto al significado es correcto el uso, pero en la actualidad esa palabra ha sido reemplazada por una más simple, como es ‘renuncia’ y se refiere al abandono voluntario de un cargo antes del tiempo acordado. En este caso, el señor Ferrufino renuncia a su aspiración a candidato a alcalde, porque no puede abdicar del cargo que no ocupa. Un galimatías que no entiende nadie, o un lenguaje subliminal que señala que no lo hizo de manera voluntaria.
La palabra se usa primordialmente en un cargo superior, cuando se abandona, y en este caso, el ministro no ha ‘abdicado’ al cargo, sino que ha renunciado a su aspiración de ser candidato al cargo. Casi siempre el verbo se usa en comunicaciones de reyes, reinas y emperadores que desertan de sus obligaciones.
Etimológicamente (y aquí me estoy metiendo en camisa de once varas, porque no domino la materia) se dice que proviene del latín ‘abdicatio’, que significa ‘renuncia, acción de rechazar’, y se refiere precisamente al acto de renunciar o rechazar el cargo o el puesto de poder que se tiene antes del momento previsto. Pero el aspirante a candidato no ocupaba el cargo, ni había llegado a ser candidato.
Las comparaciones son odiosas y más en estos temas, pero el aspirante a candidato a alcalde Roberto Velásquez declinó de sus aspiraciones en medio de un escándalo. En este caso, el señor Ferrufino dice que ‘abdica’, lo que esperamos que no sea una revocatoria de una renuncia irrevocable, como la que hizo el ministro de Defensa hace un tiempo.
El párrafo final remata el galimatías de esta carta de renuncia: ‘Doy gracias a Dios, por permitirme trabajar por todos mis hermanos panameños y al distrito de La Chorrera, por prestarme para este trabajo…’. Pareciera que La Chorrera le prestó los servicios a la ciudad de Panamá o le prestó a uno de sus más preclaros chorreranos, lo que levanta más cuestionamientos sobre los cambios de residencia que hizo a última hora el ex aspirante a candidato. ¿Será que no lo iban a dejar correr?
En cuatro años hemos visto más metidas de pata y falta de cultura y educación que en 40.