MARIELA SAGEL*
Publicado en La Estrella de Panamá el 15 de Noviembre de 2009
CAMBRIDGE, MASSACHUSETTS. — Se ha hecho muy frecuente en Panamá el calificar a los asiduos a exposiciones de arte, conciertos de música clásica y obras de teatro, entre otras actividades, con el término de “culturosos” y endilgarles, en un sentido glamoroso, que son personas comprometidas y asiduas a la cultura. Y se hace de una manera peyorativa, como quien alega que aparte de dedicarse a la contemplación de esas manifestaciones artísticas, no hacen más nada y mucho menos, algo productivo.
Si bien es cierto que existen muchos que se “ hacen ” los “ culturosos ” simplemente porque asisten a exposiciones de arte (y ni ven los cuadros), porque es algo que los hace “ chic ” y les permite salir en periódicos, hay otros que definitivamente viven de la cultura, como son los escritores que felizmente viven de lo que escriben, los músicos que son exitosos y viven de su música, los pintores que venden a precios exorbitantes y todo aquel que, cultivando un arte, no tiene mayores apremios económicos.
Los hay muchos, aquellos que, como dicen, no pagan taquilla y van a todas las aperturas de eventos y se toman todo el vino. Eduardo Galeano tiene, entre sus exquisitos ensayos, uno dedicado a ellos, que dice: “ Lo mejor que el mundo tiene, está en la cantidad de mundos que contiene. Esta diversidad cultural, que es un patrimonio de la humanidad, se expresa en el modo de comer, y también en el modo de pensar, sentir, hablar, bailar, soñar. Hay una tendencia muy acelerada a la uniformización de las costumbres. Pero al mismo tiempo hay reacciones hacia la afirmación de las diferencias que vale la pena perpetuar. Realizar las diferencias culturales, no las sociales, es lo que permite que la humanidad no tenga un solo rostro, sino muchísimos rostros a la vez.. Mi opinión es que no estamos de ninguna manera condenados a un mundo que solo nos permita elegir entre dos posibilidades: o morir de hambre o morir de aburrimiento ”.
Lo más interesante en nuestro muy particular mundo panameño, que no resulta para nada aburrido, es que a los que nos consideran culturosos se espera que lo único que hagamos bien son temas que conciernen a la cultura, cuando ni en sus mentes tienen claro qué significa este término. En 1982 la UNESCO declaró “ que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden ”.
Ahora hay otra acepción del término y es el de “ culturetas ”, según me cuentan en los medios “ culturosos ”. Estos son los atletas de la cultura, los que hacen maromas para llevar un proyecto cultural adelante, contra viento y marea. Mejor dicho, los quijotes de la cultura. De esos hay (¿somos?) muchos que nos pasamos reflexionando sobre lo que hacemos y estamos éticamente comprometidos. Siempre buscamos una oportunidad para aprender más, la curiosidad no nos deja en paz y lo mejor de todo, aunque leamos mucho, siempre tratamos que otros lean.
Esa labor la llevamos a cabo en forma constante y tenaz, no dentro de marcos establecidos para demostrar que sí estamos comprometidos con la cultura en nuestro país.
¿Nos caerán como anillo al dedo estas divagaciones que en su momento tuvo un grupo de “ culturosos ” alrededor de cómo llevar adelante algún proyecto cultural?