DIFERENCIAS ESTÉTICAS
Por Mariela Sagel
El Siglo, 9 de diciembre de 2013
El mural de la nacionalidad, tres veces pintado y dos veces (por ahora) mandado a borrar con pintura gris por parte del gobierno, establece serios cuestionamientos estéticos sobre lo que entendemos como arte, como expresiones artísticas y sobre la diferencia entre murales y grafitis. Si las imágenes en las antiquísimas cuevas de Altamira hubieran recibido la censura de unos terroristas plásticos como los que tenemos al mando de los estamentos de gobierno (junto con el Presidente, los Ministros de Seguridad, Gobierno, Educación y Obas públicas, la directora del INAC y la Alcaldesa) no se hubiera sabido nada de esos ciclos prehistóricos durante las cuales se utilizó la cueva en el área de Cantabria, que es calificada hoy día como “la capilla sixtina del arte rupestre”.
Vale la pena destacar que la pintura mural, desde que se empleó en templos medievales y renacentistas, ha sido el medio más utilizado para difundir sistemas de creencias o valores tradicionales y, en cierta medida, es la que más ha perdurado. Por la facilidad que tienen generalmente estas obras de llegarle a grandes sectores de la población, porque el mensaje visual es claro y sencillo y que permite transmitir ideas, historias y tiempos en forma alegórica, fue considerado por el cristianismo para ilustrar con grandes frescos iglesias y conventos durante el renacimiento y dar a conocer pasajes bíblicos e historia de la fe a una población que no tenía acceso a la lectura.
El mural que se intenta mantener en la avenida de los Mártires, el escenario donde se inició la gesta patriótica que nos hizo madurar como país, rescata personajes de la historia que han sido protagonistas importantes de la nacionalidad y se diferencia del grafiti porque apela a figuras, pasajes y escenas que son fáciles de entender por una gran mayoría de los que pasan por enfrente.
Eso es demasiado complicado para nuestras autoridades, que solamente entienden de sobre costos, billete y contrataciones millonarias. Justo enfrente hay un esperpento visual que la Alcaldía encargó a un artista extranjero por varios miles de dólares para homenajear los 500 años de la llegada de los españoles a avistar un mar en el que nuestros indígenas se bañaban y del que vivían mucho antes que su bota viniera a ensuciarlo. Y ese adefesio no lo mandan a pintar de gris. Como si no hubiera artistas nuestros ni gestas propias que enaltecer.
De hoy en un mes exacto se conmemoran los 50 años del 9 de enero. ¿Estamos preparados para este aniversario? ¿Sabemos qué pasó y por qué?