La ética y la política Opinión Panamá Publicado en El Siglo

DIOS NOS AGARRE CONFESADOS

El Siglo , 3 de enero de 2011

Montreal, Canadá – Este primer día del nuevo año tenemos la sensación que nos han revolcado las dos últimas semanas o nos molieron en un trapiche.  Las noticias que salieron publicadas en medios de prestigio –esos que no pueden ir alegremente a demandar, como pretendieron con el diario tico – en las que se revelaban embarazosos comentarios de la ex embajadora de los Estados Unidos aceleraron el paso a toda una cadena de renuncias, denuncias y encima de todo, burlas por parte de los gobernantes, que después de año y medio es hora que empiecen a cumplir con sus promesas de campaña.

Estuve bajo la impresión que la señora Stephenson era una más del “crazy team”, ya que fue ella la “facilitadora” de la alianza entre los muñecos que ahora pasean más que los que criticaron acremente durante la campaña.  Su intempestiva salida me sonó a premio y a misión cumplida, pero como con los gringos siempre hay que pensar mal –y acertarás— ahora se confirma que sentía una real antipatía por el hoy presidente y como buena funcionaria, estuvo bien mandada, y cambio y fuera.

Ocurre también el destape del Ministerio Público, que ya he comentado en mis artículos anteriores, y el procurador designado –obviamente nunca pretendieron nombrarlo porque desde que la corte se apuró a condenar a la Procuradora Gómez, hubo suficiente tiempo para que fuera nombrado en propiedad – empieza a dar tropiezos con la podredumbre que aparentemente es rampante en esa institución y renuncia.  Corrieron toda clase de rumores de una persona ungida, que fue la que redactó los estatutos del CD, y como malabarista de circo el presidente saca de su sombrero el nombre de nada menos que el señor Ayú Prado.  Un gran regalo de fin de año para quien se prestó a la injusticia que se cometió con la procuradora y que no ha cesado inclementemente de perseguir y aunque se le acabe el tiempo, extender los períodos de investigación del caso del ex Presidente Pérez Balladares.

La verdad, aunque muchos repiten al unísono que Dios quiere a Panamá, o que Dios es panameño, mejor que Dios se acuerde de la justicia panameña en este año que inicia tan mal.  Las explicaciones que nos deben a todos los ciudadanos sobre lo que ha salido publicado en los diarios extranjeros no son suficientes.  Necesitamos saber toda la verdad y no taparla con torpes espectáculos.