Lunes 2 de marzo de 2015
Hoy empiezan, en la mayoría de las escuelas del país, las clases del año escolar 2015. Como es la costumbre, algunas escuelas no estarán listas y siempre se encuentran los vicios ocultos de contratistas que no cumplen, con otros centros que no tienen los requisitos mínimos y también el dolor de cabeza de los nombramientos que no salen a tiempo, la falta de capacitación de los docentes, y un rosario de males que por más que cambie el ministro titular, se siguen repitiendo.
Panamá se ha visto enfrentado a un crecimiento desmedido, a un desarrollo aparente, de su ciudad capital versus el interior, que no se compagina con los índices culturales y educativos que ostentamos. Si bien tenemos un alto porcentaje de alfabetismo (o sea, que la mayoría de los panameños saben leer y escribir), la comprensión de lo que se lee y escribe, además del desastre con que llevan las matemáticas y las ciencias en la mayoría de la población estudiantil no son buenos augurios de que somos un país educativamente avanzado.
El tema educativo compite violentamente con el acceso a la tecnología. Es común ver a la gente chateando a diestra y siniestra, pero esos contenidos son altamente dudosos por cuanto seguramente son banales, se escriben mal y es una manera de pasar el tiempo.
Los estudiantes quieren tabletas y celulares inteligentes para abandonar los hábitos de lectura y entretenimiento sano en que antes se consumían las horas de ocio. Cada día es más deprimente ver la clase de horrores ortográficos que se cometen. Recientemente un supuesto exitoso empresario me envió un mensaje que no le respondí, porque no me iba a abstener de señalarle las faltas de ortografía que había cometido.
Si mal no recuerdo, el presidente Varela prometió que haría de la educación y la salud los temas más importantes de su gestión. A casi un año de que empezara, seguimos esperando que esto se concrete en planes posibles de llevar a cabo.